Capítulo 12

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Capítulo XII

― ¡¡¡Piedad!!! Te lo suplico... ¡¡no me tortures más!! ― me encontraba gritando aquellas palabras a todo pulmón, sentía que la vida se iba de mí.

― Es mi venganza―dijo con maquiavélica voz. Sus ojos estaban inyectados en rencor.

Audri se encontraba a horcajadas sobre mi abdomen con una de sus manos sujetando las mías y con la otra sobre mis costillas, rozando y mortificando todo lo posible. Lo odiaba, justo era en esos momentos cuando único odiaba a mi cuima. Las lágrimas se me salían de los ojos, había pedido clemencia tantas veces que ya ni siquiera podía respirar correctamente, estaba agotada.

― Pide perdón― ordenó― pide perdón por lo que me hiciste.

No podía siquiera respirar y el muy idiota quería que le pidiera perdón, y por algo que no era mi culpa o sea, no puedes ser culpable de algo que desconoces A veces incluso a Audri se le iba el raciocinio para los pies.

En ese momento de verdad me sentía como si el aire no estuviera entrando en mi sistema. Como pude tomé una gran bocanada de aire.

― ¡Perdón!― grité sacando todo el aire de mis pulmones de una sola vez.

Audri alejó su mano de mis costillas pero se mantuvo sobre mi abdomen y con su otra mano apresándome. Se sintió genial volver a respirar con calma. Todo mi cuerpo estaba traspirando excesivamente.

― Bien― aceptó finalmente. Me soltó la mano y se pasó una por el cabello para echárselo hacia atrás, lo tenía muy desordenado.

Sonreí, tenía pensado vengarme apenas se descuidara. Él también sonrió.

― A todas estas ¿Por qué debía pedir perdón? ―pregunté con duda.

― Serás― dijo enojado.

De lejos vi sus intenciones de volverme a hacer cosquillas por lo que rápidamente elevé la parte baja del cuerpo haciendo que él cayera hacia adelante. Fue ese el momento que aproveché para sacármelo de encima. Una persona aburrida hubiera corrido por su vida pero yo no, yo tenía que intentar cobrar venganza. Salté sobre su espalda con tan mala suerte que cuando él trató de levantarse y librase de mí dio un traspié y ambos terminamos cayendo al suelo.

― Eres una total neandertal― dijo entre bocanadas de aire.

Estábamos en el suelo, uno al lado del otro. Achiqué los ojos, no comprendía a que se refería.

― Neander... ¿qué es eso?― pregunté mientras volteaba el rostro para ver su perfil.

― Alguien muy bruto, tosco y subdesarrollado― comentó, tenía una sonrisa en el rostro.

― No quiero saber de dónde salió esa palabra― negué con la cabeza.

― ¡¡Humaaaaanos!!―canturreó divertido.

― Te dije que no quería saber.

Ambos comenzamos a reír a carcajadas. Oficialmente se podía decir: éramos idiotas.

Se suponía que debíamos estar entrenando. Solo faltaba un sol para la Cacería de los Geda, misma que se celebraría en los bosques de Shade, la Ciudadela de los Geda. Pero de alguna forma en lugar de entrenar nos la habíamos pasado haciendo el idiota.

Callahan había tenido razón, no sabía nada de él, tampoco era algo que me preocupara. Necesitaba ese tiempo para pensar muy bien que eran esas emociones que me inducía su cercanía. Quería descubrir cuál era el secreto tras todo lo que me provocaba. Obviamente eso no sería fácil, pero planeaba encontrar una respuesta, no podía trabajar correctamente junto a Callahan mientras tenía la mente hecha un caos.

SEMPITERNOS- Balada de los Hijos de la Luna 🛐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora