#26

4 1 0
                                    

*Narra Selim*

Merodeo por la fiesta de Anton que tiene lugar en el jardín trasero de la gran Casona y que lleva un largo rato desarrollándose.

Doy vueltas de aquí a allá vigilando y escuchando conversaciones para formarme una idea de cómo estan las cosas.

Unos minutos fueron suficientes para darme cuenta de que toda esta gente está aquí por conveniencia, nadie conoce realmente a Anton y -no es que yo lo conozca mucho- nadie esta aquí por él, solo han venido por lo que ofrece y eso solo son dos cosas. Desmadre y derroche.

—¿Ya probaste los bocadillos? ¡Tienen láminas de oro de verdad! –una chica se acerca a otra con entusiasmo blandiendo un pequeño pastelillo de chocolate– Amo estas fiestas, siempre hay cosas nuevas que descubrir.

—Sí, esta familia siempre gasta dinero a lo bruto. –su amiga prueba el pastelillo y asiente eufórica– Si tuviera la oportunidad, no dudaría en conquistarlo, pero esa mujer siempre esta rondando como un maldito perro faldero.

Frunzo los labios con desprecio. Realmente las nuevas generaciones están en decadencia. Hay un montón de personas dándole más valor a lo material como si al morir fuesen a llevarse algo con ellos al más allá.

—Hola tú... –una chica robusta de cabello oscuro y piel bronceada se acerca a mi con tono cantarín y pasos de pato, porque esta evidentemente ebria– No te había visto por aquí antes. Recordaría a un espécimen como...

—No tengo interés en mantener una conversación con usted, señorita. –hago una inclinación de cabeza y ella me toma del brazo a la desesperada.

—Ay, vamos. –se sujeta con fuerza a mi, no sé si para retenerme o para mantener el equilibrio– Podríamos jugar un poco. ¿Qué tal Beer Pong de prendas? Te haría pedazos. –me observa con picardía.

—Estoy en servicio. –arranco mi brazo de sus garras mientras ella frunce el gesto enojada– No se meta en problemas, especialmente con los guardias de los Vólkov.

La gente se pone ebria muy rápido, así que decido ir a buscar a Ilynka. Si quiere relacionarse y ganar terreno es necesario que los objetivos estén conscientes al menos en ochenta por ciento como para recordar la conversación.

Subo pronto por las escaleras para entrar a la casa, encontrándome a mi paso personas enrollándose y tocándose descaradamente.

—Repugnante. –gruño por lo bajo al escuchar gemidos dentro del armario de abrigos. ¿Quién en su sano juicio tiene un armario exclusivamente para abrigos?

Esta familia es desesperante. Todos son una bola de presumidos y derrochadores, gastan solo por diversión, no tienen ni una mínima pizca de sensatez.

—Venga, ya es momento. –toco la puerta de la habitación de Ilynka con insistencia sin obtener respuesta– ¿Estás ahí?

Hay demasiado silencio y como siempre la puerta está cerrada con llave. Miles de ideas se me vienen a la mente en una fracción de segundo.

—Maldita sea... –tomó la manija con la mano izquierda y con la derecha empujo.

En un parpadeo la puerta se abre demasiado rápido, la inercia me jala hacia adelante sin poder evitarlo.

—Sí te escuché. –gruñe mirándome fijo mientras yo estoy sosteniendo con la mano izquierda la perilla y la mano derecha esta sobre ella en su...– Si no me quitas de encima la mano me veré obligada a arrancartela.

Alejo las manos tan rápido como me es posible y me yergo para mantener la compostura.

Mierda, toqué sus pechos sin su consentimiento, eso es ir más allá del límite, aun si resultó ser un accidente.

LA PATRONA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora