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—¿Qué tal te sientes? –termino de vendarle el torso con un ungüento de hiervas curativas y él suelta un gruñido al tratar de moverse– ¿Muy apretado?

—Estoy bien. –resopla al poner los codos en las rodillas–No era necesario esto, Leonora podría curarme con uno de esos hechizos antiguos.

—Ella ya tiene muchas preocupaciones como para sumarle otras, especialmente porque se ocupa sola de sostener las guardas de protección por mi culpa. –cierro el tarro de ungüento casero y lo guardo en la cómoda de mi cama– Cuando comiences a sentir dolor, vienes conmigo y te cambio el vendaje.

—¿Por qué te comportas tan bien conmigo? –me mira con los ojos entrecerrados desconfiado– Algo tramas.

—¿Por qué todo el mundo cree que no puedo ser medianamente humana de vez en cuando? –gruño levantando los brazos.

—No es que no puedas ser humana, solo... –lo observo fijamente esperando su respuesta– Pues... si es raro que seas empática.

—Vete a la... –resoplo irritada y agito las manos– Olvídalo. Que se te caigan las costillas, no me interesa. –presiono la mandíbula y me sirvo un whisky con enojo.

—No es que no sea bueno, solo me sorprende que seas... linda. –lo observo con las cejas fruncidas y él se encoge de hombros con las mejillas rojas–Gracias por tu ayuda.

—Como sea, vete al diablo. –espeto tomando la botella de whisky para ir a mi habitación– Puedes decirle a Leonora que te ayude con el vendaje ya que yo soy demasiado inhumana para hacerlo.

—¡No me refería a eso! Mierda, ¿por qué siempre te pones tan a la defensiva? –se levanta del sillón muy rápido y termina desplomandose soltando un grito.

—¡Te dije que te muevas con cuidado, pedazo de pendejo! –grito acudiendo en su ayuda para asegurarme de que no se ha perforado algo– Déjame ver. –Selim encoge las piernas contra el pecho y se cubre con las manos– ¡Que me dejes ver!

Leonora entra con las manos en posición defensiva y me ve sobre su ahijado en una posición bastante comprometedora.

—¿Pero qué carajo está pasando? –grazna con las mejillas rojas al verme sentada sobre la cadera de Selim con las manos sobre su torso desnudo y las manos de Selim sobre mis pechos tratando de quitarme de encima– ¡¿Qué están haciendo?! –grita confundida y yo me quito de encima tan rápido que Selim suelta otro grito– ¿Qué te pasó?

Leonora corre en auxilio de su niño y yo me hago a un lado con la cara desencajada por la culpabilidad.

—Le rompí tres costillas. –digo al ponerme detrás del sillón donde Selim se retuerce de dolor– Le puse el ungüento sanador, pero él se levantó muy rápido.

—¿Por qué no acudieron a mi? –grita mirándome con reproche y yo me encojo de hombros– ¡Se te mueren las plantas, Ilynka! ¿Cómo crees que puedes curar a una persona cuando no puedes ni curarte tu misma? –desvío la mirada y Selim deja de gritar– ¡Sí hay heridas graves las sano yo! ¡Carajo, ni siquiera te cuidas tú!

Continúa con su tarea de unir las costillas de mi guardia con magia sanadora mientras yo avanzo lentamente a mi habitación.

Doy un último vistazo a la sala para ver a Leonora y me encuentro con la mirada de Selim. Mi vista se nubla y me doy la vuelta para impedir que mi irritante guardia me vea llorar... otra vez.

..........


Ya en la tarde, Hürrem me llama para avisarme que están a una hora de llegar y que traen un hambre de locos.

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⏰ Última actualización: Apr 18 ⏰

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