#33

2 1 0
                                    

Unos días después de hablar con Rustam, casi puedo jurar que sonríe al verme, sin embargo, debido a su posición actual le parece más cómodo fingir indiferencia como siempre para mantener un perfil bajo.

Su situación conmigo no es segura, así que entiendo porque no se arriesga, aunque no puedo negar que algo se rompe dentro de mi al reconocer el abismo que nos ha separado desde hace años.

Por otro lado, Leonora y la Jefa me han sugerido por días, bueno, más bien me han ordenado, que reclame a Olesya mi poder sobre la cuarta parte de los negocios familiares.

—¿Cómo sugieres que haga eso? –gruño con una planta medio muerta entre mis inexpertas manos– Jamás me he desempeñado en ninguno de esos negocios.

—Pues ya habrá tiempo de que aprendas, por ahora necesito que reclames la parte que te toca y comiences a trabajarla para que los demás miembros de la Alianza no digan que eres holgazana como esas gentes que tratas de reemplazar. –resopla con la mano en la cadera– Es momento de que vayas tomando tu lugar, nada de estrategias. –gruño cuando una rama más se muere– Hazlo y punto, tarde o temprano debe pasar y en mi experiencia, es mejor temprano.

—Bien. –hago otro movimiento de muñeca y por obra de todos los dioses, surge una pequeña e inmadura flor que a duras penas se ve entre las ramas secas– Supongo que puedo asesorarme con un abogado.

—¿Para qué necesitas un abogado? –Leonora me observa como si fuese un bicho raro y yo me encojo de hombros.

—Sí voy a pedir mi parte de todos los negocios, lo más prudente sería hacer el movimiento por la vía legal y para eso recurriré al consejo experto de una amiga. –sonrío con suficiencia mientras admiro la flor que surgió de las adversidades– Mejor que todo este en regla y que me den exactamente lo que me toca, sin que exista la posibilidad de un vacío legal o algo. Ya tengo suficientes problemas.

—No sé qué tipo de amigas tienes, pueden tener malas mañas y tu pensando que son un pan de inocencia. –se cruza de brazos y yo aguanto una carcajada– No te burles, no quiero más canas en esta linda cabeza que tengo. Ya he recibido suficientes sustos por tu parte.

Relájate, no me estoy burlando. –hago otro esfuerzo con el encantamiento y logra surgir lentamente una pequeña flor blanca que trae consigo unas mustias hojas verdes– Recurriré a una amiga de la Escuela de Élite que tiene el contacto de alguien con pericia en la materia legal, que dicho sea de paso, es una de las herederas más importantes.

—¿Tienes de amiga a una de las herederas de la Alianza? –grazna con la mandíbula desencajada del asombro– Madre mía, ¿por qué no lo mencionaste antes?

—No presumiré de mis escuetos logros en la Escuela, francamente son días que prefiero borrar de mi memoria. –me encojo de hombros y ella resopla ofendida– La salvé en algunas ocasiones. Por alguna razón es muy buena usando el cerebro, pero su cuerpo es más torpe que un topo.

—¡Ilynka Vólkova! –grita furiosa y yo hago un gesto de indiferencia con la mano– ¡Ten cuidado con esa lengua, vas a terminar diciendo barbaridades frente a esa heredera!

—Bájale dos rayas a tu estrés, señora Bianco, ella misma me dio esa referencia. –con un último movimiento la planta florece del todo.

Un centenar de veces me costó hacer florecer una maceta de margaritas silvestres, aquella flor que crece donde sea y sobrevive con la cantidad mínima de agua. Fue un calvario hasta ahora.

Leonora tenía razón, es satisfactorio ver resultados positivos de vez en vez cuando le pones suficiente empeño.

—Ah, vaya, la margarita floreció. –se cruza de brazos y la analiza detalladamente– Supongo que no esta tan mal.

LA PATRONA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora