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Después de una madrugada inquieta, salgo de la bañera con la piel fresca, ya no siento como el infierno trata de abrirse camino a través de mi piel.

—Oye Mignon... –salgo al balcón y lo encuentro con la cabeza de lado y los brazos flojos a los costados– Y tú diciendo que no ibas a dormir.

Me río bajito mientras sopeso las opciones, puedo dejarlo en la silla para que cuando despierte este todo chueco y quejumbroso o puedo llevarlo a su cama y dejarlo más cómodo.

—Sin duda es tentador dejarte ahí, pero tú me ayudaste así que lo justo es devolverte el favor. –lo tomo por las axilas y lo levanto con cuidado de no despertarlo.

Su cuerpo se defiende con espasmos y un vago intento de espabilarse, pero yo hago un movimiento circular con la muñeca sobre su frente para aplicarle un hechizo de sueño, de esta manera no se despertará en el trayecto.

Los hechizos de sueño son fáciles de aprender y dada mi tendencia a complicarme la vida, me sorprende mucho haberlo aprendido tan rápido, aunque no es que tuviera opción, si no lo hubiera aprendido ya habría muerto de cansancio, especialmente dentro de la Escuela de Élite.

—¿Qué comes? ¿Piedras? –el peso de Selim me llega de golpe al tratar de llevarlo a su cuarto a rastras.

Soy muy fuerte, incluso más que la media, pero ese ataque me dejó una secuela temporal de debilidad física por lo que el peso de Selim parece casi imposible de acarrear.

Cuando estoy a medio metro de la cama de Selim, este gira la cabeza hacia mi dejándola recargada sobre mi hombro y después se pone a roncar como desquiciado.

—Ay carajo, roncas como camionero. –gruño al tener tan cerca su cara.

Quito la colcha y las sábanas con una sacudida de la mano derecha mientras sostengo el cuerpo de mi guardia con el brazo izquierdo alrededor de su cintura, luego lo pongo de espalda a la cama y lo dejo caer como tronco.

—Que envidia, ni el fin del mundo sería capaz de despertarte. –niego con la cabeza y lo cubro con la sábana a la vez que acomodo sus piernas que han quedado de lado– Descansa Mignon, ya has hecho suficiente por mi.

Dejo que el hechizo se disipe hasta que me doy cuenta de que Selim duerme por su propia cuenta.

*Narra Selim*

La luz matinal entra por las ventanas a raudales, los rayos de sol me golpean directamente en la cara y me ciegan cuando abro los ojos alarmado.

¿Qué carajos pasó? ¿Cómo llegué aquí? Mi corazón galopa en mi pecho ante el susto de despertar en un lugar al que no recuerdo haber llegado.

Me pongo de pie escuchando como crujen mis huesos al acomodarse y dejo salir una exhalación lenta.

—¿Y mi teléfono? –voy al armario y busco ropa para ir a entrenar, no sé qué hora es, pero si sé que estoy llegando muy tarde.

Busco como loco mi teléfono en la sala, pero no lo veo en ningún lado. Y a todo esto, ¿dónde rayos está Ilynka? ¿Ya pasó la hora del desayuno?

Me pongo con agilidad la playera negra y los pantalones azul marino mientras salgo de mi habitación con impaciencia.

—¿Buscas esto? –me doy la vuelta sorprendido para ver a Ilynka sosteniendo mi teléfono entre sus delgados dedos en una peligrosa pinza como si fuera una cosa asquerosa– Lo dejaste en el balcón antes de desconectarte.

Me observa desde el sillón de la salita, vestida con pantalones de mezclilla azules y una blusa del blanco más pulcro que jamás he visto, con el cabello recogido en una trenza que cae por su hombro como una esbelta serpiente anaranjada del lado derecho de su cuello.

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