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A media tarde, después de entrenar en mi habitación hasta el cansancio y de beber Whisky como pozo sin fondo para calmar mi humor decidí que debía buscar el consejo de alguien.

—Sabes en qué te equivocaste, ¿no? –frunzo las cejas y desvío la mirada– A nadie le gusta que le hablen con palabras tan afiladas y menos sobre una figura tan importante como una madre.

Rasmus logra entenderme en cuestión de segundos cuando yo ni siquiera lo he logrado en todos mis años de vida. Me hace odiarlo y amarlo por eso, porque a pesar de haberme visto en mi punto más bajo decidió quedarse y ayudarme. Decidió quedarse por mi y no por el peso poderoso que pudiese tener mi apellido.

—No puede quejarse, es cierto que no me detuve, pero él pudo hacerlo y prefirió continuar. –gruño entre dientes y él solo se ríe como desquiciado– ¿Sabes? Sus insultos no me lastimaron hasta que dijo una sola palabra, ese concepto me terminó por desquiciar. –Rasmus me observa expectante y yo tomo aire con dramatismo– ¡Me llamo algo! Dioses, no sabes cuánto he luchado para sacar esa palabra obsena de mi cabeza. ¡No soy un qué, yo soy un quién! –grito histérica– Así me llamaban los vejestorios de la Escuela, decían que era un elogio por mis habilidades, pero lo único que yo escuchaba era un insulto a voces. Apenas puedo mirarme al espejo, mi apariencia siempre me recuerda que soy un monstruo y lo que Selim dijo... demonios. ¡No sé cómo expresarlo, es algo indecible!

—¿Él sabe que eso te causa un problema? –aprieto los labios al no tener como responder, es más que evidente que mi respuesta es un rotundo no– Sí, eso pensé.

—No hemos llegado a ese nivel de confianza, sabes como es esto. –bajo la mirada a mis manos temblorosas– Si te soy sincera, justo ahora lo único que quiero es mandar a la mierda todo. –junto las manos en el regazo y hago nudos con los dedos– Estoy cansada de intentar relacionarme y siempre terminar arruinandolo.

—¿Pero qué dices? ¡No puedes rendirte! –grita exaltado con las manos en alto– Estos pequeños baches no constituyen una derrota cósmica, solo son contratiempos nimios con los que aprenderás a lidiar.

—No quiero lidiar con nada ni nadie. –resoplo cruzándome de brazos– Podría vivir una existencia simple, libre de todo esto, libre de los problemas. –miro al frente desde la oscuridad de mi habitación hacia el mundo soleado que esta del otro lado de mis cortinas translúcidas– Quizás podría llegar un día a aceptar lo que soy y dejar de verme a mi misma como un obstáculo.

—Sabes lo que pienso de esto, ¿cierto? –lo observo directamente y asiento de forma solemne– Pronto podré ir contigo para ayudarte, si Selim no es capaz de contener tu caos entonces yo lo haré de buena gana. –sonrió de una forma que se siente lastimera y trato de tragarme el nudo que aprieta mi garganta– Resiste un poco, el desorden que hay ahora es solo una batalla sin importancia, pronto comenzará la verdadera guerra y te juro solemnemente que estaré ahí para pelearla contigo, lado a lado como en la Escuela.

—Lo sé, hago lo que puedo, pero parece no ser suficiente. –me cubro la cara con las manos y solo lo oigo suspirar– Mi herencia es repugnante. ¡Maldito sea Ares y su necesidad de reproducirse! –grito contra mis palmas.

—Ilynka, no estás sola en esto. –separo mis dedos y logro ver su cara de compasión a través de una rendija– Yo te ayudaré tanto como pueda, sé que mereces esto y yo mejor que nadie sé que realmente puedes hacer un cambio.

—Una generación muere... –susurro de forma ahogada mientras bajo las manos y él sonríe.

—... y otra nueva nace. –asiento sonriéndole a mi mejor amigo– Debo irme, mi próxima clase esta por comenzar. Cuídate, ¿sí?

Asiento y me despido de él con un saludo militar. Cuando la pantalla de mi tablet queda completamente negra me recargo sobre la silla y suelto un lento y largo suspiro.

—Dioses, ¿por qué tuve que ser besada por el fuego? ¿No había alguien mejor en lista de espera? ¿Acaso hice algo mal en mis vidas pasadas para que ahora se me castigue de este modo? ¿No he sufrido bastante? –las palabras se apelmazan en mi lengua y me levanto furiosa, tomo la silla y la arrojo por la ventana.

Veo como esta cruza las cortinas y sale volando con fuerza por encima del balcón para luego caer en un golpe seco al jardín perfecto que hay abajo.

Como ese arrebato de ira no ha sido suficiente, salgo al balcón y lanzó la mesa y luego las dos sillas que descansaban plácidamente en su lugar. Tras arrojarla suelto un gruñido sonoro y me tiro del cabello hasta darme cuenta de que me he arrancado algunos mechones.

—¡¡¡Espero te pudras donde sea que estés Ares!!! ¿¿¿ME HAS OÍDO??? ¡¡¡JODETE!!! –grito hasta que se me desgarra la voz.

Mi respiración comienza a regularizarse después de la agitación ahogada que me atormentaba, levanto las manos y veo los finos mechones que me he arrancado, luego me acerco al balcón y veo como la mesa y las sillas han quedado destruidas.

Cuando voy a entrar de nuevo veo que no estoy sola. Selim me observa con los ojos bien abiertos y el cuerpo en tensión desde su propio balcón, pareciera que estaba apunto de brincar hasta mi lado.

No sé cuánto ha visto de mi teatrito, pero parece que fue suficiente para entender que algo no anda bien.

Le muestro los mechones que acabo de arrancarme, los dejo caer al son del viento hasta que llegan al piso y entro a mi cuarto cerrando las puertas con fuerza.

Acabo de aceptar que sea mi guardia y ya estamos peleados. Así de rápido alejo al mundo entero.

Me dejó caer en la cama y me pongo a meditar mis opciones. Puedo hecharlo y ganarme el odio de Leonora, puedo obligarlo a ser guardia del terreno en lugar de mi niñera o puedo hacer las pases y mejorar.

—Podré ser todo lo orgullosa que digan, pero nadie me puede negar que lo intento. –me pongo de pie y voy directo a mi armario para buscar algo lindo que ponerme.

Tendrá que ser algo aparentemente dulce y tierno, que muestre mi arrepentimiento y mis ganas de hacer las cosas serias y justas.

—No hay nada mejor para reforzar una relación que una salida a cenar a un lugar lindo. –sacó una camisa de vestir blanco translúcida, un saco negro liso y un accesorio de abeja, así como unos pantalones ajustados de piel sintética y unos zapatos tipo Oxford de charol.

Después de darme una ducha a conciencia y de perfumar mi melena rojiza, salgo de mi habitación sigilosa como un gato y acerco la oreja a la puerta de Selim.

Al principio no escuche nada, pero al enfocar bien mi audición logré captar su respiración suave y el sonido de sus dedos recorriendo las teclas de su laptop con tremenda agilidad.

Tomo aire para tragarme el orgullo, paso mi pelo por el hombro derecho, me yergo y toco a la puerta con decisión.

El sonido de las teclas se detiene de golpe, escucho la silla de su escritorio recorrerse, después unos pasos cautelosos y...

Selim asoma la cabeza con confusión, me observa y sus pupilas se hacen grandes al verme, abre la puerta por completo y veo que está en pijama aunque apenas son las siete de la noche y el sol acaba de ocultarse.

—¿Si? –cuestiona arrugando el entrecejo, mi respiración se acelera y me doy cuenta de que no prepare un discurso– ¿Qué quieres?

—Ponte algo decente, te veo en diez minutos en el estacionamiento. –zanjó bruscamente, he dicho lo primero que se me ha ocurrido y parece que eso lo ha confundido más que mi inesperada presencia.

—¿Por qué? –se cruza de brazos molesto y yo resoplo irritada.

—Eres mi niñera, compórtate como tal. –me doy la vuelta y lo veo por encima del hombro– Diez minutos o me voy sin ti.

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