midnight rain - matias soulé

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Sábado por la mañana, ultimas horas con Matías. .

La alarma me despertó a las 9, y como todas las mañanas de la última semana, lo tuve que despertar a mi novio.

— Mati — lo sacudí — Matiiii — seguía sin reaccionar y le moví la cara.

Reaccionó al instante y sonreí al ver la cara de dormido que tenía. Era tan lindo.

— ¿Que hora es? — preguntó con la voz ronca.

— Las 9, yo me tengo que ir a las 10:30 a la parada de colectivos — recordé y el asintió con los ojos cerrados.

Yo estaba sentada en la cama y sentí como sus manos me acercaron a el, que seguía acostado.

— ¿Ya fue y si no te vas? — preguntó y yo me reí.

— Tenes que volver a jugar, no todo es joda amor — jodí — Hay que agarrar la pala.

— No quiero que sea la despedida ya — negó con la cabeza y yo sentí un dolor en el pecho.

—  Yo tampoco, pero no lo podemos evitar.

Mi colectivo hacia Buenos Aires salía antes que su avión. Mi valija estaba lista y yo ya me había puesto cómoda para viajar.

Bajamos a desayunar, encontrándonos con toda su familia, es decir sus padres y Agustín. El bajón que teníamos los dos era notable desde hace ya varios dias, era triste pensar en que nos quedaba cada vez menos.

— Te hice el café Vic — me dijo Virginia su mamá haciéndome sonreir.

— Gracias, que rico.

Tomé el café rápidamente y me apoyé en el hombro de Matías, quien todavía no había ni tocado la comida que tenía adelante.

— ¿No vas a comer gordo? Pasamelas si no queres — preguntó Agustín y Mati se las paso, dejando sorprendido a su hermano.

— No tengo hambre, come tranquilo.

Sentí otra vez el dolor en el pecho, no me gustaba verlo mal claramente. Agarré su mano por abajo de la mesa, pero el la soltó. Lo miré extrañada y el no me devolvió la mirada.

No podía entender su cambio de humor, por asi decirle, hacía unos minutos estábamos abrazados en la cama y ahora me evitaba.

— Ya vuelvo, voy al baño — comunicó mi novio y se fué.

Quedé preocupada, pero no lo quería molestar tampoco, así que me quedé hablando con su familia por unos minutos.

— Voy a buscar el celular que lo deje cargando — mentí y subí a buscarlo a Matías.

No lo encontré en el baño, entonces fui directo a su habitación, donde lo encontré sentado en el borde de la cama mirando el piso.

No era una imagen que transmitiera felicidad exactamente.

— Mati — lo llamé desde la puerta, intentando no invadir su espacio personal.

Levantó su cabeza y posó la mirada en mí. Tenía los ojos brillosos, lo que me hizo acercarme más a él.

Me paré frente a el y agarre su cara con mis manos. Desde más cerca, podía notar más sus ojos brillosos y su cara invadida de tristeza, que inmediatamente fue contagiada a mí.

— ¿Que pasa? — acaricié su mejilla con mis dedos.

— No se si puedo con esto — cerró los ojos y ví cómo le caía una lagrima — No me banco ni la despedida, no se me voy a aguantar tanto tiempo sin vernos. No te quiero atar a mí, mientras ni puedo venir a tu cumpleaños, ni cuando cumplamos mes ni nada. No te mereces esto.