[OP] 𝙰𝚏𝚝𝚎𝚛 𝙳𝚊𝚛𝚔

45┊Psicóloga

Después de los sermones de Smoker, Neleb por fin hizo caso, regresó a casa, se llevó los últimos papeles con los que estaba trabajando, le contó a su esposo la situación y este solo pudo suspirar de alivio, él también quería que así fuese desde un principio.

Lo que daba como resultado entonces que Neleb estuviese en casa todo el día, todos los días, y Law trabajando todo el día, ahora Neleb podía sentirse aún más solitaria, de vez en cuando tocaba su vientre pero necesitaba ocupar su mente, quería pensar, no sentirse aburrida, así que volvió a retomar la cocina aprendiendo a elaborar platillos típicos que seguramente aún no conocía.

Pasaron los días y Neleb estaba a la mitad de su segundo trimestre, el reposo y los antojos eran excesivos, pues con la panza más crecida comenzaba a cansarse más. Law lo notaba, así que no dejaba de ser buen esposo, ya que cuando se le antoja algo a su mujer este era tan caballeroso que de inmediato lo conseguía.

—Dios, a este paso voy a terminar siendo una ballena —exclamó recostada sobre la cama matrimonial, con el cabello recogido y la boca llena de helado de galleta y crema, pues su esposo acababa de ser despertado a media noche para traerle desde el refrigerador del piso de abajo el antojo que su esposa quería —, gracias amor, por engordarme —dijo aquello en broma continuando sin detenerse.

—A este paso no conseguiré conciliar el sueño —agregó él volviendo a meterse entre las sabanas con un gesto de sueño, lucía demacrado.

—Lo siento, me callaré  —respondió relamiéndose los labios.

Actividades como esas eran una constante, Law despertaba sólo para llevarle antojos a Neleb.

—Mmm, amor, Law, ya no quiero, ¿puedes dejarlo? —susurró tocando despacio la cabeza del hombre con su dedo índice, dando ligeras punzadas.

Law frunció el ceño molesto pero sin reprochar se levantó e hizo lo que quería. Cuando regresó se tiró a la cama de una, sin siquiera cubrirse con las sábanas, sólo quería dormir. Neleb parpadeó al observarlo, un gesto tierno se formó en su rostro y no pudo evitar darle un beso en la mejilla, se reacomodó entre las sábanas y comenzó a taparlo, apagó la luz de la mesita de noche seguido de susurrar un ''te amo''.

Law continuó yendo a su trabajo como normalmente lo hacía, dejando a su esposa en casa sola, claro que le preocupaba más estando embarazada, pero la chica le hizo saber que no habría problema, que aún podía cuidarse a si misma y realizar diversas actividades del hogar. Claro que Law le había planteado la idea de contratar a un sirvienta o casera que, literalmente hiciera todas las actividades del hogar y así Neleb pudiera reposar, pero la chica le detuvo diciéndole que no era necesario, que era mejor así para no aburrirse, el hombre solo suspiró y le hizo caso.

Una mañana, mientras Law bajaba de su coche para adentrarse a la puerta principal del hospital en el que laboraba, sin darse cuenta chocó con una alta mujer, tez blanca, cabello negro, largo y sedoso. Su mirada era hermosa, al igual que su cuerpo y rostro, por alguna razón Law se quedó casi en shock observándola.

—Oh disculpa, ¿vas a pasar?, adelante —dijo la señorita con una amable voz.

—Gracias —agregó Law regresando de su trance con un gesto serio, pero quería ver a donde se dirigía, así que mientras hacía el checking observó con el rabillo del ojo hacia donde caminaba la pelinegra, no parecía ser más grande que él pero tenía un porte de seguridad que la hacía lucir demasiado interesante.

Lo que Law no sabía, es que esa mujer era Nico Robin, y tenía 32 años de edad, se trataba de una psicóloga y arqueóloga preparada, inteligente, astuta y sobre todo confiable. Law sintió una flama encender dentro de su cuerpo, pero no entendía que era, ¿atracción?, no, el no engañaría a Neleb, aunque era verdad que con el embarazo la intimidad había reducido muy notablemente, para él eso era tortuoso, ¿pero en qué pensaba?, él no lo haría, por deseo sexual él no engañaría a su esposa que estaba a punto de darle un bebé de su propia sangre, se rascó la cabeza mientras caminaba a su oficina, olvidándose de esos absurdos pensamientos.