006

2K 223 27
                                    

Lo primero que hago al despertar es llevarme la mano a la cabeza. Me duele horrores. Para mi disgusto, el calor que el chico demoníaco me brindaba desapareció y sólo dejó un espacio vacío a mi lado. Fruncí el ceño.

Si de por sí ya andaba durmiéndome tarde, ayer fue peor.

—Buenos días, capullo. — Brenda me saludó desde la cama.

Ni le hice caso porque me incorporé demasiado rápido, me arrepentí profundamente así que me devolví. Me acomodé el dobladillo del vestido nuevamente ya que se me había subido. — ¿Qué hice...?

—Te cagaste en frente de todos y cogiste con cuatro al mismo tiempo. — la volteé a ver sumamente alarmada, no recordaba eso en lo absoluto. — ¡Es broma! Ni borracha harías eso. En todo caso tendrías mucha suerte.

—¿Qué son esas bromas...? — me masajeé la cien, implorando por clemencia para que dejara de doler tanto.

Aunque, si lo que dijo llegara a pasar nunca se iba a callar, maldita sea. A veces (siempre) me hacía burla por todo. Pero era como mi hermana mayor. Si tuviera una hermana borracha que termina y volviera en menos de dos minutos con su novio amable.

—Espera, ¿"capullo"? ¿Por qué?

—Ayer fue el día en el que finalmente viviste lo que yo. — trató de buscar mi mano, pero yo no hice un esfuerzo por alcanzarla. — Y estás en camino a salir de esa cárcel que te aqueja para volverte una mariposa y volar hacia el horizonte.

Sonreí un poco. — Atrás, dramática. O iré yo misma a prender la licuadora.

—Será peor para ti que para mí. — «agh, volvió». No me creía capaz ni de moverme, menos de salir de la colcha a enfrentar la vida. — Vamos, pimpollo.

Gruñí, aferrándome a la colcha. No podrían ni hacer que me parara incluso si hubiera un terremoto. — ¿Podrías darme algo para que se me baje esto al menos?

—No tenemos electrolit, tendríamos que ir a comprar y de seguro tu mamá ya va a venir. ¿Te ha llamado?

—No sé, se me apagó el celular. No tiene batería. ¿Y cómo es que estás como si nada?

—No es la primera vez, pero créeme, me duele más de lo que crees.

Ambas nos paramos agarradas de las paredes para no perder el equilibrio y juntas bajamos a la sala. — ¿Te hago unas quesadillas?

—Por favor.

Su sonrisa desapareció, supe que no esperaba que aceptara.

Pero igual lo hizo, mientras ella prendía la estufa caminé por el alrededor de la cocina medio ida, pensando en una excusa para mi madre. Incluso eso hacía que me doliera la cabeza. Cuando me vi en el reflejo del microondas, entendí por qué tanto alboroto. Tenía las ojeras aún más remarcadas que antes, el cabello enredado y el rostro pálido. Era una muerta en vida. Además de que mi vestido se había arrugado por tanto movimiento descuidado.

Dios, me había convertido en Brenda.

Las ironías de la vida.

—Uy, estás tan pálida que te pareces a la Llorona...

—Ey, yo no he dicho nada de que tienes el rímel embarrado en la cara.

Casi soltó el sartén del susto, como si hubiera visto un fantasma, pero se recuperó rápidamente. — Será la última vez que me verás así, gózalo.

Sabía que era mentira. — Lo haré.

Me senté en una silla del comedor y me recosté sobre la mesa, cubriendo mi cabeza con mis brazos. A simple vista parecía que estaba desmayada, y quería estarlo, pero por alguna razón no podía dormirme. Solamente pensaba en lo sucedido con un hueco en el estómago. Los mismo recuerdos pero muy borrosos, unos más nítidos que otros. Justamente en ese momento escuchamos un pitido afuera de la casa.

✓ DON'T BLAME ME, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora