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Suspiré para mí misma, cansada. Mi mente estaba infestada de pensamientos que me drenaban la poca energía que tenía, poco a poco, con una lentitud sinuosa.

Manuel había sido internado, justo en el hospital donde trabajábamos. Presentó varias heridas abiertas sangrantes, algunas graves con un aspecto espantoso. Me había encargado de verlas cuando pasé por la habitación.

Leo en verdad se había pasado. Seguía molesta con él, y lo sabía si es que no se había aparecido desde entonces.

Aparentemente no recordaba nada de lo sucedido, sino ya se habría encargado de tratar de meterme a la cárcel. Bien, ese asunto estaba resuelto, aunque el trauma nadie me lo quitaba.

El segundo problema que tenía es que había tenido múltiples malestares como vómito y dolor de cabeza. No tenía signos de presentar una enfermedad, no tenía los síntomas.

Pero sí tenía... cierta idea de qué podría ser.

¿Estaba embarazada? ¿Justo ahora cargaba una criatura en mi vientre? No era tan descabellado, después de años cogiendo sin protección con Leo. De solo imaginarme su reacción me sentía temblar, no tanto por el feto en cuestión.

No lo aceptaría de buena manera.

¿O sí?

Tenía que asegurarme antes de hablar con él, y solo había una persona a la que podría acudir sin ser juzgada.

—Brenda...

—¿Qué necesitas? Justo ahora Mateo me está terminando por mensaje.

Miraba su teléfono y escribía mensajes a toda velocidad, ni siquiera me miraba.

Estaba demasiado preocupada por lo mío como para preguntarle qué había sucedido con su estúpido novio.

—Ay... es que... — jugueteé con mis dedos, evitando mirarla. Sentía que mi rostro se calentaba poco a poco. Suspiré cuando noté que en verdad no me estaba poniendo atención. No podía hacerlo así. — Brenda, mírame.

—Te estoy escuchando.

Antes de que siquiera lograra reaccionar, le arrebaté el celular de las manos. Me fulminó con la mirada, alzando las manos a modo de reproche. — Escúchame.

—A ver, ¿qué pasó? — me miró directamente, apoyando su cabeza en sus manos.

Suspiré. Decirlo era tan fácil pero tan difícil a la vez, solo son cuatro malditas palabras pero mi boca balbuceaba como si fuera un trabalenguas. Aunque ¿en qué universo sería sencillo? En ninguno.

—Creo que estoy embarazada.

Si algo que Brenda no tenía, era la virtud de la calma.

—¡¿Qué?! — gritó, llamando la atención de todos los que nos rodeaban. Tal vez fue mala idea decírselo en medio de la sala de espera del hospital. Había gente muriéndose ahí y mi amiga de la nada gritando como loca.

—¡Cállate! — reproché en un susurro, sonrojada hasta las orejas. La agarré del brazo y me la llevé a un pasillo menos concurrido. Tenía la mirada perdida y no habló, ni siquiera protestó cuando la jalé. — Brenda, ni siquiera estoy segura, pero necesitaba decírtelo para que me ayudes.

—¿Para que te ayude a hacerte la prueba de embarazo?

—Sí, y para que me hagas una ecografía. Ya han pasado las 6 semanas.

Pude ver que me miró de soslayo, pero desvió la mirada. Suspiró derrotada, maldiciendo en un murmuro.

—Ok, te ayudaré. En la noche, cuando todos se hayan ido, te haré una ecografía. Consigue una prueba de embarazo mientras tanto.

Asentí. Hasta entonces, estaría inquieta pensando solamente en eso.

 Hasta entonces, estaría inquieta pensando solamente en eso

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Bien, me hice tres pruebas de embarazo.

Todas salieron negativo.

Sin embargo, no eran muy efectivas, así que igual necesitaba la ecografía.

—Quítate la camisa y recuéstate. — Brenda me indicó, mientras ella caminaba hacia el ecógrafo. Obedecí, me desabroché la camisa y me recosté en la camilla, mirando hacia el techo. Me colocó un gel especial sobre el vientre, suspiré ya que estaba frío. Brenda utilizó el transductor, moviéndolo sobre mi vientre. — Bien, no veo nada.

—Si no estoy embarazada, juro que al llegar a casa encenderé la televisión y veré un maratón de Modern Family mientras como los tamales del otro día. — cualquier cosa era mejor que estar embarazada, no estaba preparada en absoluto. Esperé un minuto. Luego dos. Mi amiga se quedó en silencio, por lo que, confundida, volví a llamarla. — ¿Brenda?

—Mentalízate que ya estás embarazada, y que te vas a tener que comprar tu propia casa...

—¡¿Qué?!

Giré la cabeza hacia el monitor, con el corazón yéndome a mil.

—...pero échale ganas porque viene una muy bonita bendición en tu vientre.

—¡Brenda! ¡Vete a la mierda! ¡Me asustaste!

No, no estaba embarazada.

—¿Te asusté? Fue increíble, la cara que hiciste. — se carcajeó, yo la fulminé con la mirada. Iba a matarla. — Puede que los vómitos sean causados por los tamales del otro día, puede que estés enferma. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones?

—¿Hace 6 semanas, más o menos?

—¿En qué momento, si siempre estoy pegada a ti...? Bueno, olvídalo. Ya sabemos que no estás embarazada, ya podemos irnos. — asentí. Me reincorporé y limpié mi vientre con un papel que había dejado en el carrito de ruedas a lado de la camilla, donde habían instrumentos quirúrgicos y esas cosas. Suspiré. De algún modo, me había entusiasmado por la idea, cuando la confusión y el miedo se disiparon, claro. Pero entiendo que por como están las cosas, no es el mejor momento para tener un hijo. — Oye, te voy a preguntar algo y quiero que me digas la verdad. Hay un chico, ¿cierto? Por favor dime que no es otro de secundaria.

Me sonrojé, pintando mis pómulos de rojo.

—¡Ya te dije que solo fue una vez! Y no, es legal. Es vergonzoso de otra forma.

Demasiado legal.

—¿Sabes que has sido así toda tu vida? Avergonzada de que te guste alguien. Sinceramente parece que piensas que no lo mereces pero sí lo mereces. Y si ese chico es divertido y bueno para ti, y no es un rarito, entonces está bien. ¿Cómo se llama?

—Leo. — decirle su nombre a alguien que no fuera la nada se sintió bien. Liberador. Lo había mantenido en secreto durante tres años, mi maldito secreto. — Leo San Juan.

—Siempre te he dicho que los Juanes dejan en terapia, pero ahí vas, de obediente.

—Déjame en paz, me conformo con saber que no estoy embarazada.

—Bien, vístete y vamos a casa, ya que no estás embarazada hay que ver series hasta quedar inconscientes. Y definitivamente tiraremos esos tamales a la basura.

No le contaría sobre Leo, que es el Charro Negro y eso. No creo que sea prudente en este momento. Me concentre solamente en llegar a casa y dormir.

✓ DON'T BLAME ME, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora