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En los últimos días había notado un comportamiento extraño en mi pequeña hermana menor. Uno realmente extraño para una niña como ella que siempre iba por ahí dando saltitos de felicidad y que me tenía realmente preocupada.

Se le veía muy decaída, triste. Ya no jugaba tanto con sus juguetes como debería, se encontraba siempre de mal humor, era mucho más rebelde, nos contestaba. Era demasiado pronto para la adolescencia, así que evidentemente no era eso.

Tratar de hablar con ella no funcionó, castigarle tampoco. Así que decidí premiarla llevándola al cine (cosa que le había prometido que haríamos hace un tiempo), a ver si así lograba que se abriera por petición de mis padres. Si eso no surtía efecto, ya no sabía que más hacer.

A pesar de que los acontecimientos de los últimos días que me tenían muy distraída, eso no me impediría divertirme con mi hermana menor. Me olvidaría de lo que se había convertido mi vida por unas pocas horas.

Cuando ambas estuvimos listas nos encaminamos al cine más cercano a nuestra casa. Traté de sacarle plática o de hablar sin parar para que se sintiera cómoda, pero seguía con su ceño fruncido así que simplemente desistí, algo desanimada.

Aunque también aquello me incentivó a continuar con mi plan. Le sacaría lo que sea que le estuviera pasando de una forma u otra, por las buenas o por las malas.

—¿Cuál quieres ver? — pregunté frente a los carteles de las películas.

—Tal vez... ¿The Eras Tour? La del concierto.

—Nada me haría más feliz, pero... todavía no te sabes muchas canciones.

—Es cierto... ¿y si vemos Trolls?

—Está bien, yo pagaré las entradas. ¿Quieres comida?

—No, gracias, ahorita no tengo hambre.

Debía de tenerla. Apenas y había comido en el almuerzo. Esbocé una mueca, angustiada.

Después de minutos de espera entramos a la sala de cine. Mientras mi hermana veía su teléfono, yo repiqueteé mis dedos en mis muslos, impaciente. Malamente yo no había traído mi celular al creer que lograría un efecto más instantáneo.

Los chicos de hoy en día sí que eran difíciles.

Después de minutos de promos de películas que le propuse a mi hermana venir a ver alguna vez, que claro que no lo haríamos porque nos olvidaríamos al día siguiente, la película comenzó.

Me sentí bastante incómoda por la sensación de que mi hermana realmente estaba aburrida y no le emocionaba para nada el estar ahí. Me daban ganas de levantarme abruptamente y gritarle mientras la zarandeaba que volviera a ser la misma de siempre. Claro, los troles de colores me distraían un poco.

A media película tal vez, me dieron muchas ganas de ir al baño. Pensé que se debía a que antes de salir por ansiedad había tomado mucha agua.

—Acompáñame al baño, no te puedes quedar sola. — le dije a mi hermana.

—No, no me quiero perder de nada. Por favor.

Por primera vez en semanas pude ver una emoción en su rostro. Me pedía a gritos con la mirada que la dejara quedarse. Era una jodida niña de 5 años, ¿quién era yo para prohibirle eso?

—Está bien, pero no te muevas, no importa que me tarde.

Ella asintió, lo que me hizo retirarme más tranquila. Era una niña lista, dudo que me llegue a desobedecer. Entré a un cubículo lo más rápido que pude, dejando salir mi carga. Me encogí en mí misma tratando de calmarme; había pasado demasiado como para que me intimidara una niñita y no una leyenda que robaba almas.

✓ DON'T BLAME ME, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora