012

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Durante la noche empecé con mi investigación. No era buena en esto así que realmente no encontraba un trabajo con una paga decente. Como mi "querida" amiga estudiaba lo mismo, quedamos en trabajar en el mismo lugar, para estar juntas todos los días.

Lo que sería un suplicio, por supuesto. Aparte, me dejó el trabajo de buscarlo, según porque "confiaba en mí" y no porque le daba flojera.

Eran pasadas de las once y yo estaba sentada en mi escritorio, con los ojos pegados a la pantalla. Definitivamente alguien debió de haberme dicho en la graduación que todo se complicaría bastante desde ahí. Hubiera sido un gran consejo, indirectamente.

Por la ventana abierta de mi habitación entró una pequeña brisa, volteé a verla por el rabillo del ojo por un momento, antes de volver a mi tarea.

—¿Ya estás aquí? — mascullé.

—¿Cómo sabes? — sentí su figura acercarse a mí de manera paulatina.

—En realidad solo pregunté al aire, no estaba segura.

Leo envolvió mi cuello con los brazos y me besó la mejilla. Me dejé caer en uno de sus brazos, apoyándome sin desviar la mirada. Estaba hecha un manojo de nervios, su toque me hacía temblar. Justo ahora la idea de que me guste cobra fuerza, y no suena tan descabellada al sentir mi corazón palpitar despavorido.

¿Tal vez era demasiado pronto, tal vez no sería correspondida? ¿Y si realmente no me gustaba y era yo creyendo cosas que no son? Mejor me esperaba unos días para hablarle de lo que sentía... sí, eso.

—No me siento muy bien justo ahora...

—Bueno, tal vez solo necesitas una noche conmi...

—No me refiero a eso. — sonreí un poco.

—Agh, ¿y esa luz? Me está dejando ciego. — se separó esbozando un mohín de desagrado, haciendo alusión a la computadora.

—Ya la voy a apagar, solo... — guardé lo que había conseguido hasta ahora, que viéndolo desde otra perspectiva no era poco, y cerré el computador. Me puse de pie y me acerqué. — Listo.

Pude verlo sonreír ligeramente antes de besarme nuevamente, posando sus manos en mi cintura. Pero no como en otras ocasiones, sino que ahora lo hizo más pasión, pegándome contra la pared.

Bien, ese día se había despertado cariñoso y pasional. Corrección: ya llevaba varios días así. Cada vez que le ponía mala cara, como en ese momento, empezaba a estrujarme y besuquearme. No podía decir que no me gustaba, pero últimamente le había dado por hacer eso muy seguido. Lo miré medio extrañada y me pregunté si todo eso era porque estaba de buen humor por haber estado pasando más tiempo conmigo.

—Oye...

—¿Qué quieres? — suspiró.

—¿Cómo sabes que quiero algo?

—Solo dime qué quieres. — dijo, divertido.

Procuré que mi tono fuera el más cariñoso posible.

—¿Estás bien, o por qué me abrazas tanto?

—Mm, ¿porque quiero? Además, también me siento cansado, de dirigir la hacienda, de estar practicando guitarra, y...

Lo interrumpí. — ¿Sabes tocar la guitarra? ¿Hay otra cosa que sepas hacer de la que deba enterarme?

—Bueno, como podrás podido comprobar, soy bueno con los dedos. Te puedo volver a mostrar por si no estás segura.

✓ DON'T BLAME ME, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora