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Al despertar lo primero de lo que me di cuenta es de la molesta luz del sol dándome de frente, mi cuerpo estaba viendo hacia el lado de la ventana, abrazando la nada. Hice una mueca, de verdad esperaba que se quedara.

Lo segundo de lo que me percaté es del dolor y ardor que tenía en... en todas partes. En las caderas, en los pechos, en el trasero. Dios, ese chico es un salvaje. Aunque yo también me había dejado llevar un poco por la calentura.

No se preocupen, sí me tomé la pastilla al ir al baño.

Lo tercero que hago es prender el celular y ver la fecha, sonreí ligeramente. Hoy día es 17 de septiembre, mi cumpleaños.

Bueno, pasar mi día sin tener la preocupación de un posible embarazo ya significa mucho. Si no recibo ningún regalo, eso definitivamente será suficiente aunque nadie lo entienda.

Cuando bajé a desayunar mi familia me recibió con abrazos y besos, sobretodo Alicia. Se los devolví con una gran alegría. Quería mucho a esa niña, y sabía que ella me quería también. Brenda, e incluso Mateo me felicitaron, y algunas amistades más con las que no hablo mucho también.

Aunque, eso no todo. La pareja me invitó a comer, y acepté, así que me encontraba vistiéndome para ir.

Por un momento pensé en la posibilidad de que Leo pudiera venir, decirle que era mi cumpleaños y que me felicitara. Pero no creo que suceda, solo viene cuando está urgido y sería el colmo no haberlo dejado seco anoche, si saben a lo que me refiero.

Quise dejar de pensar en barbaridades para seguir vistiéndome. Debe ser la sugestión de haber pasado tantas horas con él. Además, siempre que sentía esa sensación de estar siendo vigilada, como ahora, prefiero no pensar en nada. Me puse unos shorts verde militar y una camisa blanca, listo. Después peiné mi cabello y salí de mi casa al oír estruendosos pitidos del auto de Brenda.

—¡Feliz cumpleaños! — ella me felicitó en cuanto me subí al vehículo.

—¡Gracias!

—Feliz cumpleaños, ____. — Mateo se giró y me dedicó una sonrisa leve.

—Gracias, muchas gracias por invitarme. — ladeé mis brazos en el aire por el calor, ante eso la chica en el asiento frente al mío lo notó y prendió el aire acondicionado. Observé por la ventana la vista que dejábamos atrás. — ¿A dónde vamos?

—Es sorpresa. — me sonrió con complicidad, rodé los ojos con diversión. — Por cierto, ya encontré un lugar en el que podemos trabajar en cuanto se nos acaben los ahorros, te envié la información hace un rato. Dime si te gusta.

—¡Pero si te dije que iba a hacerlo yo!

—Cambié de opinión. — me sonrió como un angelito. Fruncí el ceño, resistiéndome a soltarle alguna maldición.

Empezó a parlotearme sobre el hospital donde quería que trabajáramos, que se ubicaba en Tamaulipas, estaba bastante lejos si lo pensaba bien. Mientras Mateo suspiraba con exasperación porque no se callaba y casi ni se le entendía, yo observé mis manos repiqueteando en mi regazo. Casi casi la ignoré porque ella tampoco me hizo caso, ¿verdad?

Además, me costó varias cogidas muy intensas, lo menos que podía hacer era revisar lo que había encontrado.

Entonces, cuando fui consciente de la avenida en la que estábamos, supe a donde me llevarían. ¡Mi restaurante favorito! ¿Era tan obvia? Lo que más me gustaba es que estaba cerca de mi casa, así que iba muy seguido. En fin, sabía exactamente lo que iba a pedir.

✓ DON'T BLAME ME, leo san juan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora