Dazai

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Esto de tener una familia me está comenzando a gustar

Las pesadillas continúan.

Pensé que, cuando el orfanato estuviera en manos nuevas, las pesadillas se irían, pero no fue así. Toda esa semana tuve pesadillas, cosa que claro que no le dije a Chuuya, pero lo asocié a qué el orfanato en sí me hacía daño, así que pensé que cuando viviera con Odasaku y estuviera en un lugar donde sé que estoy protegido, las cosas irían mejor, que poco a poco dejaría de tenerlas, pero no, las noches que llevo aquí son iguales.

Pesadillas.

Siempre es la misma pesadilla, para ser exactos, esa última vez, esa mañana en dónde me hizo lo mismo, siento sus manos sobre mí, siento como me lastima, como me duele, siento el miedo y la angustia, ¿Por qué siento eso eso en un sueño? ¿No se supone que los sueños son lindos y no duelen? ¿Por qué los míos si? No lo sé, pero noche tras noche tengo ese mismo sueño, y cada noche se vuelve más real, pero esta noche, además de soñar con él, soñé con esa sonrisa que me daba miedo, esa misma que me estuvo dedicando durante el juicio, esa que hacía que me diera picazón.

Pero en el sueño éramos solo él y yo en la sala, no había nadie más, solo silencio, sus pasos eran lentos mientras se acercaba a mí, no podía gritar y tampoco podía moverme, sentía que cada vez me hacía más pequeño, pero no en tamaño, sino en edad, me sentía de nuevo como si tuviera 5 años, quería llorar mientras veía como se acercaba a mí pero me sentía atado, hasta que estuvo frente a mí y me tapó la boca con la mano.

-Mamá no puede saber esto -susurró acomodándome el cabello -. Ella no lo entendería, son juegos de chicos

Sentí como las lágrimas se apoderaban de mis ojos, y de pronto me di cuenta de que estábamos en la casa en dónde todo pasó, pero en el momento en el que llevó su mano a mi pantalón, desperté.

Desperté gritando y llorando, sintiendo como todo el aire se cortaba, como si la habitación fuese demasiado pequeña. No podía dejar de llorar, me dolía la cabeza, la espalda, mis brazos me daban picazón, me sentía sucio, tenía miedo, demasiado miedo, no podía quitar las manos de mi cabeza. Todo se escuchaba como un pitido, incluso mi voz se escuchaba lejana a pesar de que salía de mí.

Odasaku corrió a la habitación junto con la señorita Ozaki, encendiendo la luz para encontrarme sentado en la cama, con las rodillas en mi pecho, gritando con lágrimas en los ojos y encajandome las uñas en la cabeza o en las mejillas. Cada noche pasa eso y cada noche lo despierto con gritos, haciendo que él corra hasta la habitación.

A veces con que me abrace es suficiente, pero hay veces en dónde lo empujo porque no soy consciente de quien es o donde estoy, esta fue una de esas noches. La señorita Ozaki fue quien me abrazó susurrandome una canción hasta que pude calmarme un poco, consejo que le dio Chuuya.

Cuando entré en razón, me di cuenta de que no estaba en el orfanato o que no tenía 5 años, pero también me di cuenta de que había empujado a Odasaku, además de que estaba sudando demasiado, mi pijama estaba completamente húmeda y mi cabello se pegaba en mi frente.

-Tranquilo... -susurró sentandose frente a mí, tomando mis manos -. Todo está bien, no pasó nada, estás bien...

-Solo fue un sueño -susurró la señorita Ozaki mientras me acariciaba el cabello -. Todo está bien...

Pero yo no me sentía bien, y ellos se miraban como si supiesen que nada estaba bien. Porque, aunque Odasaku sabía que yo sufría mucho en el orfanato, no fue hasta el juicio que le dije que abusaron de mí, y aunque él sabía que yo tenía colapsos emocionales o ataques de ansiedad, tampoco le dije que eran casi cada noche. Él sabía de mi depresión pero no sabía de estas crisis, y tampoco pude decirle a la señorita Haruno hasta después de un tiempo.

Mi estúpido compañero -SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora