Chuuya

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Y amo verlo así de feliz...

Seguimos en casa de la abuela, poco a poco Dazai se fue desenvolviendo mejor en casa. Le tenía más confianza a la abuela y a mis tíos para decir las cosas, incluso llegó a jugar con mis sobrinos. Varias de las veces en las que jugaba, no pude evitar mirarlo con una tierna sonrisa, sintiendo una enorme paz de verlo tranquilo pero, sobretodo, feliz.

Ahora entendía muchas cosas de su persona, y cada que podía llegaba y lo abrazaba por la espalda, a veces, cuando no nos veían, dejándole un beso en la mejilla, a lo que él sonreía. Quería darle muchísimo cariño, todo el que pudiera.

Después de estar dos semanas en casa de la abuela, llegó el momento de irse. Nos despedimos de todos, sobretodo de la abuela, quién no quería dejar que mi tío nos llevara a la  estación, pero al final no tuvo más opción. Nos llenó de besos a los dos, diciendo en repetidas ocasiones que esperaba poder vernos de nuevo en verano o en vacaciones de semana Santa.

-No sé Chuuya, pero yo intentaré venir, señora -dijo feliz

Sin más, se abrazó con fuerza a mi abuela, cerrando los ojos con una sonrisa. Mi abuela me dirigió una mirada sorprendida, pero le regresó el abrazo el tiempo que Dazai la dejara.

Me dió demasiada ternura... Porque sabía que era algo que él nunca tuvo y el hecho de verlo tan feliz con mi familia se me hacía hermoso, dejarlo vivir algo que él seguramente había deseado más de una vez.

Después de su largo abrazo, se separó de la abuela, despidiéndose una última vez de ella, dejándome poder despedirme. La abracé con fuerza y ella me pellizcó las mejillas muchas veces, cosa que ya hasta comenzaba a disfrutar.

Me despedí de ella para ir a subir mi mochila a la camioneta, pero en eso tomó mi mano, deteniéndome.

-Dazai, hijo, ve a dejar tus cosas a la camioneta. Chuuya no tarda -habló con una sonrisa, hasta que Dazai de fue. Fue ahí cuando la borró -. Me cuidas muy bien a ese jovencito, ¿de acuerdo?

-¿Ah? Claro, abuela, lo cuido mucho -hablé desconcertado.

-No te hagas el que no me entiende, Chuuya Nakahara -dijo seria, para después moverse y hacer que ambos miraramos a Dazai y a mi tío subiendo las maletas a la camioneta -Es un niño especial que entiende todo lo que has vivido porque también conoce el dolor... Podrás engañar al ciego de tu hermano, pero a mí no. Así que quiero que me lo cuides y mucho.

Me quedé helado por sus palabras, mirándola nervioso. No estaba enojada, asustada o... Cualquier cosa. No. Aún no le decía nada porque aún no éramos nada formal, pero ella se dió cuenta y lo primero que me dijo fue que lo cuidara porque era especial...

No pude con la emoción y la abracé con fuerza, sonriendo alegremente.

-Te prometo que lo voy a cuidar

-Y muy bien -dijo, dándome un tirón de orejas, haciendo que la soltara, aunque no que dejara de sonreír -. Ya le daré su tirón cuando vuelva a verlo, pero por lo pronto ya sabes. Ahora ve a la escuela y cuídate mucho, si?

Asentí, sobándome la oreja, para después darle un beso en la mejilla y otro abrazo, antes de correr con mis cosas a la camioneta.

Dejamos las cosas en el asiento de adelante y nos fuimos a la parte de atrás. Una vez arriba, mi tío arrancó la camioneta, haciendo que la casa se volviera poco a poco más pequeña, hasta que la imagen de Sora y la abuela despidiéndonos se volvió una pequeña mancha en el horizonte.

Bajé el brazo con cierta tristeza, pensando en que ya quería poder volver y estar con la abuela de nuevo, cuando Dazai se recargó en mi hombro, aferrándose a la camioneta.

Mi estúpido compañero -SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora