Chuuya

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La historia de Chuuya

Veía como Dazai miraba a todos lados desde la camioneta. El pueblo de mi abuela es un lugar tranquilo, silencioso, todas las personas se conocen aquí, cosa que es buena y mala a la vez.

Al llegar a la casa, bajé de un salto de la camioneta y lo ayudé a bajar, viendo que seguía algo nervioso del viaje. Supongo que es su primera vez en la parte trasera de una camioneta.

-Yo bajo sus maletas, muchachos -dijo mi tío, cerrando el portón -. Ve a saludar a tu abuela, corre.

Asentí y caminamos.

Les explico como es la casa. Es una vieja granja lechera, rodeada por una barda enorme. El portón está abierto todo el día y se cierra de noche. La ventaja de que todo el pueblo conoce a todos, es que nadie entra a casa, pero aún así a mi abuela no le gusta que esté abierto de noche.

Y no la culpo, a mí no me gusta que lo esté todo el día, pero diganle algo...

Bueno, delante hay un jardín, que es donde mi tío deja la camioneta, y el porche. La casa es de un solo piso, tradicional japonesa, pero tiene muchos, muchos cuartos, 6 de la familia y 10 de visitas, aunque 4 de ellos son demasiado grandes y podrían dividirse en dos. Cosa de mi abuelo, fue hostal una temporada. Mi tío quiere retomar eso, de hecho.

La parte de atrás tiene otro gran jardín que lleva a un pequeño templo que construyó mi bisabuelo, ahí están enterrados todos mis familiares desde él hasta los actuales.

¿Y las vacas? Bueno, esas están en otro lado, en el montón de vegetación que vio Dazai antes de llegar. Aunque no le diré que eso es de mi familia aún, se lo quiero enseñar primero.

Corrimos a la entrada de la casa, dejando nuestros zapatos, para luego correr casa dentro. Mejor dicho, yo corrí y lo jalé hasta llegar a la cocina. Ahí estaba mi abuela, vestida también con ropa tradicional mientras cocina pescado frito. Ya no oye muy bien, así que llegarle de sorpresa es algo relativamente fácil. Me coloqué atrás de ella y le puse las manos en los hombros, haciendo que brincara, luego se giró y me pegó con la toalla.

-¿Vas a hacerme la misma broma que tus primos? -siguio pegandome mientras yo me reía y ponía la mano para que no me diera en la cara

-Te la hago una semana al año, ¿En serio te vas a enojar conmigo? -dije con voz tierna, recibiendo otro toallazo

Suspiró y colocó la toalla en la tarima, antes de jalarme y darme besos en las mejillas, pellizcándome de vez en cuando y acomodándome el cabello.

-Casi no has crecido -dijo, pellizcando mis mejillas -. Pero te has puesto más guapo.

Abuela... Basta... Dazai me está viendo...

-Te presento a mi amigo Dazai... -dije, tratando de hacer que me soltara.

Miré a Dazai, quien tenía una especie de sonrisa burlona. Eso hizo que frunciera el ceño y lo mirara directamente. ¿De qué tanto te ríes?

-Oh, el niño por el que tu hermano estaba tan estresado, mucho gusto -le tendió la mano y lo jaló para abrazarlo y revisarlo de una manera poco discreta -. Eres muy alto pero muy delgado. Espero que Chuuya te haya dicho que los voy a engordar. 

-No... No lo dijo... -respondió tímido

-Eso significa que sabe que te negarás, pero de aquí no te vas sin comer bien

Dazai se sonrojó ligeramente mientras me lanzaba una mirada de súplica. Mientras mi abuela seguía analizandolo, hasta que escuchó el sonido intenso del aceite. Su pescado se iba a quemar.

Mi estúpido compañero -SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora