Akers se inclinó sobre el sofá para recoger de este, el sobre de cuero con el que llegara. Con elegancia, descorrió el codón que giraba alrededor de la traba de metal. De dentro y sin perder la pose, extrajo un fajo de papeles. Muy sonriente se los tendió a Marrigan, estirando su brazo por encima de la mesa.
Ella antes de tomarlos, bajó la taza de infusión a la bandeja que la criada dejara posada sobre la mesa.
Teníamos horas trabajando aquí en mi estudio, en documentos oficiales que supondrían la caída de Rygan, el que él perdiera su trono.
Había leído tantos registros, redactado tantas declaraciones y organizado tantas reuniones con gente que estaba de nuestro lado, planeando las charlas que estas implicarían, que ya me latían las sienes y moría de necesidad de salir a tomar un poco de aire sin que me importara el diluvio que caía allí afuera y que hoy fuera el día más frío de la temporada.
Anoche mismo, había sabido, obviamente no por fuente oficiales, que en el norte, no paraba de nevar lo cual complicó el vuelo de las furias al punto de que las expediciones para buscar a más centauros y para internarse en el territorio de los trols, habían sido canceladas.
Nalu ahora estaba a cargo y me constaba que ella, de un momento a otro, los regresaría a todos a casa. Con ese clima no había mucho más que hacer más que esperar a que los enanos pudiesen despejar al menos algún túnel para permitir el paso de los centauros que hubiesen podido quedar con vida, lo cual con el paso de cada día, sonaba a una posibilidad menos y menos factible. De cualquier modo, un grupo de enanos trabajaba en ello.
Así, un tanto perdido en mis preocupaciones por lo que sucedía en el norte, vi a Marrigan ponerse de pie para echarse a andar en mi dirección.
Todavía con mi pluma en alto, la vi posar el fajo de papeles sobre la mesa. Ella los empujó con las yemas de sus dedos en mi dirección.
—¿Qué es esto? —solté la pluma sobre las hojas que tenía frente a mí.
—Una sugerencia —entonó ella sonriente.
—¿Una sugerencia?
—Sí, la ha redactado Akers que es maravilloso con las palabras.
Recogí el puñado de hojas del escritorio y vi la prolija caligrafía de Akers, elegante y no excesivamente sobrecargada.
En cuanto comencé a leer...
Se suponía que hacíamos esto para detenerlo, para impedir que el que él perdiera el rumbo y nos sentenciara a todos a un destino oscuro pero... lo cierto era que en el fondo aún continuaba conservando la esperanza de que Rygan entrara en razón. Pedirle explicaciones frente al concejo me parecía justo, que su pueblo representado en quienes tenían voz y voto, para decidir si él era apto para gobernar, también.
Esto que tenía en mis manos...
Tragué saliva y aquello solamente sirvió para atorarme porque de subida trepaba por mi garganta bilis mezclada con la media taza de infusión que bebiera.
—Por supuesto que puedes hacer una transcripción con tus propias palabras si quieres. Akers solamente quería asegurarse de ser claro y de que contaras con todas las herramientas al alcance de la mano.
Leí un par de párrafos más.
—Sí, sus palabras son sobradamente claras —articulé sin mirarla.
Marrigan notó mi tono y me sonrió como si yo fuera un niño que no entiende nada de política.
—Morgan, su juicio podría extenderse demasiado y nuestra tierra no está en condiciones de desperdiciar más tiempo. Necesitamos actuar ya para proteger a nuestro reino. Rygan te apartó de tu cargo y no es que no confíe en la capitana —se detuvo para ladear su sonrisa a un lado—, ella no tiene experiencia suficiente y tú lo sabes—entonó con voz melosa—. No tiene la en capacidad necesaria para tomar las decisiones que tú podrías tomar y eso sumado a que Rygan piensa con su polla.