Mi sangre por encima de todas.

31 4 0
                                    

—Morgan, despierta.

La voz masculina se enredó lo pesado y profundo de mi sueño que no fuera ni remotamente pacífico. Sabía que había estado soñando con algo, mejor dicho, que tuviera pesadillas sin embargo no podía recordar con exactitud qué sucediera en estás. En mí solamente quedaba el registro de mi agitación que era un conjunto de síntomas que aún no me soltaban; estaba sudado, el corazón me latía con fuerza y podía sentir la humedad en mis mejillas. Había estado llorando y las lágrimas en mi piel no eran la única evidencia de aquello, la presión en mi pecho, justo por encima de mi corazón resultaba asfixiante.

—Morgan no tengo todo él día y sé que estás consciente, el ritmo de tu respiración ha cambiado. Puedo sentir tus latidos. Solamente abre los ojos de una maldita vez.

Simplemente no entendí nada. Había estado soñando y antes de eso...

De pronto mi cuerpo me recodó que era más que mis pensamientos y todo comenzó a doler, sobre todo mi cabeza y mi estómago. Las sientes me latían, mi estómago daba la impresión de estar muy vacío y atravesado de agujas. Intenté moverme y mis fuerzas no llegaron más allá de mi torso. Las extremidades me pesaban como sacos rellenos de arena. Tuve intención de mover mis dedos para buscar mi rostro porque podía sentir el golpe en mi mejilla mas apenas si fui consciente de lo que mis dedos hacían.

—Morgan —canturreó la voz demostrándome su impaciencia—. ¿Sabes que te orinaste encima? —continuó la voz a la que no logré ponerle un rostro.

¿Me había orinado encima?

Mi confusión fue total.

—Vamos Morgan, sé que puedes hacerlo mejor que eso.

Mi cerebro apenas si pudo dar crédito al resultado de su funcionamiento. No, decididamente no podía estar escuchando aquella voz, no porque aquella voz había estado perdida por décadas y mis problemas eran más presentes. Mis últimos recuerdos regresaron a mí de modo impetuoso e imperdonables. Marrigan acusándome de ser el responsable de la muerte de Rygan y Marehin, los soldados cayendo sobre mí con sus acusaciones, sus puños y sus armas.

—Morgan, no tengo todo el día y es aburrido y frustrante estar aquí esperando que el sujeto que tanto prometía cuando apenas era un crío, se resuma a sí mismo a una piltrafa maloliente que parece querer macerarse de por vida en su desgracia.

Tironeé de mis párpados y vi la penumbra que provocaba a mi alrededor el brillo de la rocas a mi derecha.

Hasta lo que creía recordar no había habido luz en mi celda antes.

—Bien, es un comienzo. Gira la cabeza y mírame Morgan.

Su voz de comando provocó que se me erizara la piel, eso y la certeza de que no me quedaban dudas de a quién pertenecía aquella voz y al menos que estuviese delirando...

Mi cuello se quejó de dolor cuando me moví. Fue como si llamas tomasen cuenta de carne, como mejor dicho, como si mi carne fuese fuego.

Parpadeé y noté que la humedad en mi rostro no era únicamente lágrimas sino también sudor, sudor que pegoteaba mis parpados, mi cabello, mi espalda y hasta las plantas de mis pies descalzos. Mi cuerpo se sentía como una caldera a punto de explotar por la presión que ejercía el vapor del agua contenido dentro.

—Eso es, un poco más —me alentó la voz.

Me negué a creer que pudiese ser su voz. Debía estar alucinando.

Giré por completo a cabeza sobre el duro catre que sostenía el peso de mi cuerpo y lo primero que vi fue el aura azulina que brillaba sobre su cabello negro, su frente altiva. Su mirada, tan pétrea y firme como siempre, en aquel rostro sobre el cual parecía no haber transcurrido ni un día.

Un reino desolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora