Los que luchan solos.

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La puerta estaba entreabierta y por el corredor acaban de pasar tres oficiales de camino a la salida.

Detuve mis pasos ante la abertura y lo vi sentado en su silla, aquella que luego de su desaparición, Morgan ocupara.

Ahora Morgan estaba en una celda acusado de asesinar a Rygan y él de regreso en su cargo conmigo como su capitana.

La realidad no podía ser más bizarra de lo que ya era, con el anuncio de que en pocos días, se celebraría la coronación de Cynan. El mundo parecía haber pedido la coherencia y nosotros a nuestros dioses y a la madre porque ya siquiera se respetaba la vida. Lo que sucediera al cabo del regreso de Cynan y Darrigan había sido sangre y dolor, miedo en los corazones y la latente sensación de peligro con los que muchos convivíamos, porque las leyes ya no eran tales, sino la decisión de Cynan, quien demostrara de sobra estar dispuesto a lo que fuera necesario para ocupar el trono y permanecer allí.

Familias enteras perecieran en su intento de salvar lo que quedaba de nuestra sociedad, familias enteras y algunos de nuestros mejores soldados. Todavía no podía quitarme de la memoria la muerte de Vikas y menos que menos la pesadilla con la que todos despertáramos hoy; la madre estaba muerta, alguien la había atacado en la noche cuando se presumía fuera a dejar una ofrenda en el templo. Miembros de la congregación la encontraran al alba allí, con una herida de espada que atravesaba su vientre, tendida en un charco de sangre. No me costó imaginar quien podría estar detrás de aquello, después de todo, se sumaban por docenas las muertes que ensuciaban las manos de Cynan desde su llegada. En el fondo, desde que lo supiera, solamente podía pensar en que ella ya no estaba, lo cual continuaba pareciéndome inconcebible.

Y ahora esto; que Darrigan me mandara llamar.

El día no quería terminar de empeorar.

Inspiré hondo y alzando mi puño, llamé con mis nudillos sobre el marco de la puerta, para llamar su atención porque él estaba concentrado en los papeles que tenía en frente, sobre su escritorio.

Darrigan de inmediato alzó la cabeza y me sonrió.

—Hola, capitana. Pase por favor.

Aparté un poco la puerta y dando un paso dentro de su oficina, lo saludé como correspondía para su cargo y el mío porque después de todo, era mi superior.

—Buenas días, General.

—Pasa, Nalu, por favor. Me alegra que pudieras venir. Este día está siendo muy complicado y soy consciente de que hoy a todos nos desbordan las responsabilidades.

Sí, en efecto, este día estaba siendo una locura porque entre la investigación por el asesinato de la madre, la organización del duelo y de las ceremonias que se organizarían en su honor en los próximos días, esto estaba siendo caótico. Eso sin contar que al mismo tiempo se organizaba la coronación, la cual hasta ahora no estaba siendo claro quien comandaría porque la última vez que se habló de un reemplazo para la madre, sonaba el nombre de Morgan y Morgan estaba encerrado y esperando ser enjuiciado.

—¿En qué puedo servirle, General? —entoné al cabo de dar otro paso dentro de su oficina.

—¿Puedes cerrar la puerta y venir sentarte un momento?

Era exactamente eso lo que menos se me antojaba hacer, de cualquier modo asentí con la cabeza y cerré la puerta.

—¿Puedo ofrecerte una infusión? Hace un momento me trajeron una jarra de algo fuerte, lo necesitaba. Tengo varias tazas aquí —me dijo ya poniéndose de pie para moverse hasta la mesa de apoyo donde también Morgan solía tener bebidas y ocasionalmente algo para comer mientras trabajaba.

Un reino desolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora