Capítulo 2

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Emily

La habitación que me asignaron está en la parte de atrás de las habitaciones de la cocina; es mucho más grande que la habitación en la que me quedaba con mi mamá en casa de Ana. Es muy acogedora. Solo tengo que ayudar a mi mamá en la casa durante el día, así que podré retomar mis estudios de arte en la universidad.

Ya son las 10 de la noche y salgo a la cocina por un vaso de agua. Me encuentro con una chica de cabello negro, enjuagándose las manos en el lavabo.

—Hola —saludo con media sonrisa.

—Hola —me mira de arriba abajo y entrecierra los ojos—. ¿Eres la nueva empleada?

—No, digo sí, en realidad mi mamá. Me estoy quedando aquí con ella y tendré que ayudarla, se puede decir que sí, nueva empleada.

—Oh genial, soy Brenda —me ofrece una sonrisa y se apoya en la encimera—. ¿Te puedo dar un consejo?

—¿Un consejo? —pregunto sonriendo y sin entender a qué se debe.

—Sí, un consejo. Ten cuidado con la familia Torrance; mientras vivas aquí, mantente alejada de esa familia, es muy peligrosa. Vas a ver y escuchar cosas que te pueden meter en un gran problema.

Hoy será un día súper largo... Estoy ayudando a mi mamá, a Brenda y a dos chicas más del personal a arreglar la mesa enorme. Veo cómo una mujer pelinegra, elegantemente vestida con un vestido negro y con un collar de perlas en el cuello, acompañada de un señor elegante por igual, vestido de traje gris, bajan por las escaleras.

—Son el señor Nicolás Torrance y la señora Meredith Torrance. Esa mujer es una serpiente; la única buena de esa familia es Sofía, su hija —me dice Brenda por lo bajo mientras dejamos todos los tenedores y cuchillos en su puesto.

—¿Tienen una hija? —pregunto por lo bajo.

—Una hija y un hijo, Cole Torrance. Dios mío, si vieras lo apuesto que es. Menos mal que tiene un carácter de mierda.

—Buenos días, señor. La mesa ya está lista —dice Sebastián.

—Perfecto —dice el señor.

—¡Buenos días, familia! —veo a una chica de pelo color café bajar por donde bajaron las otras dos personas—. Huele delicioso aquí.

—Buenos días, princesa —dice la señora Meredith dándole un beso en la frente a su hija.

Llego a la cocina y, cuando estoy a punto de dirigirme a mi habitación, el señor Sebastián me detiene.

—Emely, necesito que lleves esto arriba; el señor Cole pidió su desayuno a la habitación como siempre.

—De acuerdo —le ofrezco una sonrisa cálida y él me la devuelve.

Me entrega una bandeja con café, tostadas, yogurt, frutas y otras cosas. —Lleva esto al piso 3, en la segunda habitación del pasillo.

—Entendido.

Me retiro y subo las escaleras. Dios mío, ¿acaso no pudo tener su habitación en el segundo piso? Ya por fin llego al pasillo en la tercera planta; hay como cinco habitaciones en este, me dirijo a la segunda puerta y, cuando estoy a punto de tocarla, escucho gritos... No, no son gritos, son gemidos. Es gemido lo que escucho.

—Oh Dios mío, ya voy a llegar.

—¡Vamos! Vente para mí.

Siento cómo un calor me recorre todo el cuerpo y se detiene justo entre mis piernas. Decido tocar la puerta sin pensarlo, lo siento si interrumpo su diversión.

¡Toc!
¡Toc!
¡Toc!

Escucho una voz grave decir "Maldición". Espero unos segundos y la puerta por fin se abre. Veo cómo un apuesto hombre de mirada fría, ojos grises, cabello revuelto y negro como un cuervo se posa frente a mí; tiene esa mirada que solo con verte te desnuda hasta el alma. Lleva puesto solo unos bóxer negros; se ve del tipo de hombre que se ejercita. Luego poso mi mirada en su rostro y veo cómo un lado de su labio se levanta hacia arriba. ¡Espera! Eso fue una sonrisa. El imbécil se dio cuenta de dónde estaba mi mirada antes.

—Pasa, pon la bandeja en la cama —siento cómo se me va el aire y mi respiración se detiene. Avanzo con pasos firmes y veo a una rubia sentada en la cama; me mira de arriba abajo.

—No te había visto aquí; no es que esté pendiente de los empleados, pero estoy seguro de que te hubiera notado —él me da una mirada como si estuviera estudiándome.

¿Qué quiere decir él con que me hubiera notado?— Soy nueva, señor. ¿Ya me puedo retirar o necesita que le traiga algo más?

—Sí, te puedes retirar y tú también, Carolina.

Veo cómo aquella rubia pone cara de decepción, y él no aparta la mirada de mí, hasta que me doy la vuelta y salgo de ahí.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora