Capítulo 42

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La obsesión es un amor que se convierte en prisión, donde el corazón se convierte en carcelero.

Emily

Mis ojos no se apartan de las personas decorando el jardín trasero, con varias mesas adornadas con utensilios de platas. Ya es media tarde, no e visto a Cole desde anoche en cuanto me quedé dormida.

—Estoy bien mamá.— mi cabeza descansa contra el vidrio de la ventana. Aun sigo dándole mente a Crow y a Fran, ¿pero sabes qué es lo peor? No siento culpa alguna.

—Entonces Fran..— mi mano se aprieta en mi teléfono.

—Él es lo de menos mamá. Él no se acercará jamás a nosotras, te doy mi palabra.— mi madre se se queda en silencio por varios segundos, hasta que luego habla.

—Sabes que él nunca nos dejará en paz. Me preocupa que él dé contigo... ¿y si intenta hacerte daño Mily?.— "Ya me lo hizo". Eso quisiera decirle.

—¿Nuevamente?.— suelto una risa por lo bajo.

—Eso fue mi culpa.— odio que se culpe. ¿Qué sabía ella sobre lo que ese hijo de puta iba hacerme? Mi madre aguanto todos los golpes, solo para que yo no tuviera frío, pensó en algún momento, que si aguantaba toda la ira de Fran, nunca llegaría a mi, pensó que Fran solo era violento con ella, no un violador.

La cosa es que siempre se me a hecho difícil hablar eso con alguien, me hizo sentir en algún momento que yo me lo merecía, en otras ocaciones que yo era quien lo provocaba. En un momento tuve miedo que en una de sus tantas iras terminara matando a mi madre a golpes, hubieron tantas ocaciones donde la dejaba irreconocible.

—No fue tú culpa. Todo pasó.— Mentira, no pasó. Por más que intentemos borrar los momentos tristes, hay un momento en que anhelamos recordar algo bonito de nuestra infancia, pero terminamos regresando a esos recuerdos dolorosos. Es como si le arrancaran una página a un libro; al pasar a la siguiente, el lector se da cuenta de que falta una parte esencial de la historia, algo que es importante para entender lo que viene después.

—No digas que no lo es. Lo es. ¿Y cómo sabes que no volverá más?.— una sonrisa toca mis labios.

—Porque Cole se encargó de eso.— antes de que me haga más preguntas corto la llamada.

Mis ojos se posan en un vestido que encontré en la cómoda cuando llegué esta mañana del jardín. El vestido es  de satén color blanco, estoy segura que Cole lo dejó ahí para mi.

—¿Puedo pasar?.— escucho la  voz calmada de Sofía detrás de la puerta.

—Si, por favor, pasa.—me alejo de la ventana.

Sofía entra con una botella de champán y dos copas en manos, mientras me sonríe y me mira con una cara traviesa.

—¿Me estoy perdiendo de algo?.— Sofia vira los ojos con una sonrisa.

—No exactamente.— me sirve una copa mientras ella se toma la primera de un solo trago y luego vuelve a llenar su vaso de nuevo. —le robé una botella a unos de los camareros de esta noche y la verdad es que necesito suficiente alcohol para poder enfrentar esta noche.

—¿Sucede algo?.— me dejó caer con ella en la cama mientras me siento sobre mis piernas al igual que ella.

—¿Qué no siempre sucede en esta casa?— su sonrisa cae un poco, pero antes de que lo note vuelve a sonreír. Es como si ocultara cómo en verdad se siente a través de una sonrisa.

—¿Te puedo hacer una pregunta Sofía?.— me quema la garganta tratando de forzar las palabras que quiero que salgan.

—Claro Emily.— su ceño se frunce y toma mi mano.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora