Capítulo 32

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Un diamante solo es un trozo de carbón que soporto una presión extraordinaria.

Emily

Dios siento como si un maldito tren me hubiera pasado por encima. Apenas mis ojos se adaptan a la luz de los enormes ventanales hago conciencia de que estoy en el apartamento de Cole y de que estoy de espaldas a un cuerpo duro y cuando hago ademán de moverme me atrae más hacia el.

—Mierda!—mi cuello duele y la cabeza me da vueltas. Solo recuerdo verme subido al auto y cerrar mis ojos, maldición debí a verme quedado dormida.

—¿Qué sucede?— pregunta Cole con su voz deliciosamente soñolienta y ronca junto a mi cuello, sintiendo su respiración.

—Me duele todo el cuerpo.— Cole se sienta en la cama, con su pelo desordenado y su cuerpo desnudo. Dios! Estoy apunto de pensar que soy una ninfómana. ¿Es normal que cada vez que mire en dirección a Cole se me mojen las malditas bragas?.

—Déjame ver que encuentro en el baño para el dolor.— dice Cole levantándose de la cama, junto llevándose su calor de mi cuerpo. Me siento acomodándome y soltando un suspiro.

—No es necesario.— observo todo a mi alrededor— porqué ayer no me llevaste hasta tu casa.

—Nuestra casa. En cuanto nos casemos puedes elegir otra casa que sea de tu gusto, si no te gusta.— solo de pensar en casarme con Cole, se me revuelve el estómago de nervios.

—Bien.— me meto mechones de mi cabello detrás de mi oreja: cuando él está cerca actuó como una estúpida colégiala.

—Además quería estar fuera de la mansión anoche.— asiento, aunque se me hace un poco extraño.

Cole camina y toma sus pantalones negros que ya hacen en la silla y busca en unos de sus bolsillos, sacando de ellos una caja roja en tercio pelo.

—¿Sabías que los diamantes tienen como significado apropiado o inalterables?— no respondo, solo lo miro a los ojos sintiendo como mi corazón crece cada vez. Cole toma mi mano y me pone un anillo con una gema color rosa y de forma ovalada.

—Cole...— Cole toma mi cuello apretándolo pero no cortándome la respiración y observa cada cosa de mi rostro sin mostrar un poco de vergüenza.

—Disculpa por no ser el príncipe que se arrodille pidiéndote que seas mi esposa. El problema es que en esto no te doy elección Emily, en esto no.

—Esto es demasiado Cole. No quiero ser una esposa a la cual puedes adornar.— El anillo esta hermoso, pero estoy segura que le debió costar una fortuna y que este anillo no pasa desapercibido.

—No pienso eso mi reina.— su mandíbula se aprieta— quería darte un anillo único ¿y qué cosa mejor que enviar a Dystran a una subasta y ganar un anillo con un diamante único?— Cole sonríe y me roba un beso haciéndome protestar por más.

—Cristo! ¿Enserio hiciste eso?— entrecierro mis ojos.

—Drystan tuvo una disputa con tres compradores en una prestigiosa casa de subasta y en 10 minutos la venta estaba decidida.

Yo por igual le sonrió hasta que recuerdo el mensaje del hombre de mis pesadillas.

—Debo ir al baño.— me levanto de prisa mientras me dirijo al baño y me encierro.

Abro la ducha y dejo que el agua fría relaje todo mi cuerpo. No quiero atormentarle la cabeza a Cole con mis problemas y por otra parte no quiero abrirme sobre mi pasado con el, no quiero que me mire con lastima, no lo soportaría.

Peligroso Deseo +18 [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora