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Donde cae la estrella, estará el dragón.
El suave murmullo del beso que significaba el delicado trazo del carbón contra el pergamino era una armonía grata al ser acompañado por Albor y el dulce cantar que entonaba al dejar Arthur, que una piedra recoriera el distinguido metal, cual caballero que recorre distancias.
De punta a punta, Albor y la piedra silbaban en conjunto mientras a pocos pasos, Rhaegar se entregaba por completo a su arte.

El silencio entre ambos nunca resultaba ajeno,nunca resultaba tedioso ni desconcertante, siempre había sido costumbre entre ambos: acompañarse mutuamente en medida de lo posible.
Entre espadas y libros el príncipe de plata daba los últimos detalles a su boceto.

Con el ceño fruncido -evidencia de su concentración- , no parecía importarle el mancharse los largos y finos dedos con carbón. ¿Cómo podría darle importancia a un gaje del oficio?, además, con cada movimiento de su mano, no podía evitar ruborizarse ante la belleza que retrataba desde su mente. Sabía que era incorrecto,pues su modelo era la prometida de su fiel amigo,sin embargo, Arthur se había negado rotundamente a tan siquiera estar en presencia de cualquier reproducción de la imagen de su futura esposa.

"Prefiero esperar a besar el dorso de su mano yo mismo" era la excusa del noble caballero mientras le pedía a Rhaegar que se asegurase que la tela que cubría el lienzo donde Nyria Stark se encontraba plasmada permaneciera ahí.

Muy a pesar de la espada del Alba, el príncipe de Rocadragón ya en varias ocasiones había contemplado a Nyria. Cuando el Alba dormía el dragón sobrevolaba el castillo, descalzo y a hurtadillas se dirigía hacia la biblioteca mientras los pajaritos se asomaban entre las paredes sigilosamente, observando:
La rutina era un bucle eterno.
Tras empujar la gran puerta de roble con sus magníficos tallados, la hallaba.

-Buenas noches, milady- le susurraba, corriendo la tela y sonriendo con satisfacción.

Sus ojos se encontraban en una danza, ¿Cómo describirlo?, Nyria stark le provocaba una sensación que le permitía levitar, le permitía ser más osado que el conquistador....

Dioses.

Por mucho que la admiraba siempre regresaba a la sombría realidad.

-Te lo rurego - dijo Rhaegar desesperadamente alzando la vista hacia su amigo - Devela el retrato.

Abandonando su tarea, Arthur le devolvió la mirada.

-¿Crees que sea absolutamente necesario? -el fuego crujía a sus espaldas desde la chimenea. Los libros continuaban apilados a sus pies , el fuerte olor a cuero emanando de estos.

-¿Tan siquiera le has concedido la bondad de estar en tus sueños?

Ante esto Arthur rió.

-Te intriga - señaló mientras enfundada su espada -mi única preocupación es... -ladeó la cabeza - conociendo a mi padre lo más probable es que la hayan deslumbrado con mi mis habilidades como guerrero.

Una pícara sonrisa se asomó en la comisura de sus labios.

El último dragón procedió a recargarse en un grueso pilar de ladrillos rojos, su cabello cayó sobre sus hombros como un río de plata, cerrando los ojos y tensando su definida mandíbula, esperó a las palabras de su amigo. Ambos las percibían en el aire, sólo era cuestión de decirlas.

-Somos los hombres más...codiciados -una risita rebelde del heredero interrumpió su discurso -...y nunca hemos frecuentado un burdel.

-Es mejor así- le aseguró -así podrás tomarte más tiempo cuando el momento llegue después de la boda.

Arthur trago saliva,cierto era que adonde quiera que fuera las miradas lo asediaban, lo examinaban a detalle fibra por fibra y centímetro por centímetro.
He ahí el motivo por el cual prefería ocultarse debajo de una armadura.

-¿Y si la decepciono?, no dudo en poder amarla, en apreciarla y protegerla a capa y espada...

-Lewyn Martell habitó en el mismo desierto que tu por muchis años y¿ jamás acudiste por sus consejos?

-Soy un hombre de honor, Rhaegar.

-...y aún así tomarás la virtud de una doncella.

Arthur suspiró, enterrando su rostro entre sus manos.

-Si quieres lo hago por ti- bromeó el príncipe le,ganándose un leve empuje de su amigo.

-Creo que ella notaría la diferencia.

Ambos rieron mientras la noche poco a poco daba paso al amanecer, trayendo consigo a Nyria.

Boceto de Nyria Stark trazado por el Príncipe Rhaegar Targaryen a plena vista de Ser Arthur Dayne

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Boceto de Nyria Stark trazado por el Príncipe Rhaegar Targaryen a plena vista de Ser Arthur Dayne.

𝑳𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 (ᴊᴜᴇɢᴏ ᴅᴇ ᴛʀᴏɴᴏꜱ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora