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De pronto, respirar se convirtió en la más grande odisea. "¿Con qué derecho respiras entre nosotros?" Protestaba cada grano de arena que habitaba las dunas dornienses.

"Ya verás, en un abrir y cerrar de ojos estaremos en nuestro hogar" había prometido su Arthur con esa galantería y sinceridad que lo precedía, los castaños rizos al viento, un plateado destello asomando en la inmensidad del lila de sus ojos y con la mano enroscada en torno a su cintura.
Y ahora allí estaban; dando tumbos ocasionalmente al compás de la arena, sus mundos sostenidos sobre los hombros de hombres fornidos y de ancho cuerpo, lo suficiente para que cuatro de ellos pudieran sostener una carpa, cuya protección frente al exterior constaba de finas telas suidadosamente colgadas a su alrededor simulando ostentar el mismo prestigio que un carruaje.

Jorah Mormont quién a esas alturas de la travesía dependía de la presencia de su señora para recordar el motivo por el cual se había sometido voluntariamente a tales condiciones,miró de soslayo entre las telas translúcidas para apreciar a la joya del norte.

"Ahora Dorne podría forjar su propia corona' No pido evitar pensar.

Espoleó su corcel para aproximarse al mismo tiempo que Arthur alzaba el puño para detener la comitiva.

-¿Cómo se encuentra? - Los hombres, con la estrella caída bordada al pecho, la bajaron con tal delicadeza qué uno pensaría que cargaban un espectro y no una mujer de carne y hueso.

-Bien gracias - cada vez que la joven hablaba, el velo que se había colocado sobre el rostro se le pegaba a los labios, como una segunda piel. -Lamento mucho que tenga que soportar este clima, créame que me resulta de lo más extraño ser transportada de tal forma.

A Jorah Mormont no le quedó más que sonreír para ella.

-He jurado protegerla. No se preocupe por mis comodidades.

El galope de un caballo llegó a sus oídos, al pasar el animal frente a ellos la arena se alzó ,bendiciendo los alrededores con su presencia. Por supuesto, no se abstuvo en lo absoluto de bendecir a Nyria, invadiendo así su garganta con la implacable y feroz furia del sol.
Poco hizo el velo por resguardarla: la arena no conocía la piedad,se clavaba en cada respirar, le arañaba la garganta y amenazaba con intentar doblegarla pues invocaba un ardor en su interior.

¿Acaso buscaba en su vientre al niño que muchos esperaban?

-Nyria, respira- la habilidad para atacar al enemigo había dotado a Arthur de la velocidad suficiente para desmontar y acudir a su lado.

Con sumo cuidado retiró el velo, como quién adora a la madre en el templo, - ¡como ciega el amor a los hombres!- pues aún viéndola con la rebelde cabellera al viento y el rostro de porcelana perlado en sudor, la amaba.

Pero quizás es demasiado pronto para tal palabra.

-Falta poco.

Mientras Nyria bebía el agua que se le ofrecía no pudo evitar extrañar las colinas cubiertas de nieve.
Pero adonde fuera que mirara, Dorne la engullía.

𝑳𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 (ᴊᴜᴇɢᴏ ᴅᴇ ᴛʀᴏɴᴏꜱ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora