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La tranquilidad brindada por los dioses de árbol corazón sería algo que las deidades del resto de Westeros envidiarían hasta el fin de los tiempos.
A diferencia de los sagrados siete que se ocultaban tras el imponente septo de Baelor,los dioses del norte esperaban a sus hijos en los límites de los frondosos bosques.

Ellos no exigían monumentos erguidos en su santo nombre, ni bloques de piedra tallados con sus rostros con la esperanza de asemejarse a ellos, -si es que tan siquiera existen-. A los árboles corazón les bastaba con el simple y mortal tacto de sus creaciones sobre la corteza de estos mismos.

Así pues, la loba indomable -sobrenombre impuesto  por Brandon sobre los hombros de su hermana- rezaba sin descanso:
Los cálidos rayos de sol se filtraban a raudales entre el espeso follaje escarlata que reposaba sobre su figura. El viento invernal había arrastrado ya una buena cantidad de las hojas hacia el suelo,cobijándola generosamente mientras sus delicados murmullos, tan silenciosos como los de un ratón en el septo, inundaban el paisaje.

Lord Rickard no encontraba gracia alguna en la manera en que su hija realizaba sus plegarias.

-Nyria- La voz del gran lobo trajo consigo sus pasos,cual huargo hacia su manada-No debemos mirarlos directamente.

-Padre-dijo Nyria con un dejo de alegría, no se atrevió a exaltando frente a sus dioses.

-Debo hablar contigo seriamente, sobre Arthur Dayne. Has de aprender a lidiar con el nuevo mundo al que te estoy entregando ,mi niña.- Pocas veces Rickard Stark dejaba a un lado el semblante  imponente y protector que dedicaba al norte para abrir paso a su lado más vulnerable.

Percibiendo el ligero titubear del hombre que la había visto nacer, provocó en ella sentimientos encontrados de miedo,tristeza y curiosidad.

- No te diré que a partir de ahora te convertirás en una mujer, eso lo probaste desde el día en que desafiaste a Brandon por el título de Señor de Invernialia a los diez años.- una oxidada carcajada brotó de sus labios mientras sus miradas, plateadas como las monedas recién acuñadas se encontraron. -¿Recuerdas eso? Dioses,eras tan solo una cría cuando decidiste que tu hermano no sería el que te diera órdenes.

-Prometo no hacer eso cuando tome el apellido Dayne - al oír la respuesta de su hija, Rickard se inclino a su lado.

-No Nyria,eso es exactamente lo que debes de hacer cuando te desposes. Muchos pensarán que son mejores que tú en todo aspecto que puedas imaginar. -reposó una sabia mano sobre los hombros de su adorada hija- Esa llama que habita en tu interior nunca debe extinguirse. Al contrario , alimentala con quienes intenten pasar sobre tí.

-La corte de desembarco del rey, ¿Es cierto que es una colmena infestada por todo tipo de insectos que buscn poder?.

-El maestre te ha enseñado bien.-un suspiro amenazó con escapar de su garganta. -Tu matmonio ha dado pie a conversaciones en la capital. - De pronto el ambiente que los rodeaba cambió radicalmente.

'¿Desde cuando respirar se volvió una odisea?...¡Vamos,es sencillo!, una bocanada de aire a la vez'

-¿Padre?

La brisa cambió su rumbo con dirección hacia Lord Rickard pues su pesada capa de piel se elevó ligeramente.

-Como decía...,  no solo se habla de tu belleza, cortesía de tu madre más que mía. Si no que también de él contraste que puede haber entre ustedes dos.

-No ha de ser tan reservado como dicen , ¿o sí?.- 'enigmático y carente de letras', decía el maestre tras preguntarle sobre Arthur.

"No,no soy capaz de confesarlo" una lucha interna se libraba dentro de su señor padre.

"Cobarde' le dijo la reveladora imagen del dios tallado en el tronco, la savia comenzaba a mostrarse ante ellos. ¿Un presagio tal vez?. Roja como la sangre, el espeso líquido se arremolinó en torno a ellos.  "¡Cobarde!" Reclamó de nuevo.

El invierno se acercaba. Para enfrentarse al calor de las despiadadas muchedumbres.

-Partirás en dos dias...con la llegada del Alba.

𝑳𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 (ᴊᴜᴇɢᴏ ᴅᴇ ᴛʀᴏɴᴏꜱ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora