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El agudo silbido del acero al partir la madera en dos jamás había sido del  agrado de Ned. ¿Cómo podría serlo?, pues el simple hecho de tener que disturbar la esencia y unión de la naturaleza para obtener calor lo incomodaba.
Siempre había optado por dejar esa tarea en manos de Brandon, quién contaba con la suficiente fuerza incluso para blandir a Hielo, el mandoble ancestral de los Stark.

-No hay forma de sobrevivir más allá del muro , ¿o en qué estás pensando ahora?- las manos de su hermano mayor aún seguían enroscadas en torno al mango del hacha, el acero se encontraba a la mitad de su cometido, la hoja incrustada en el corazón del tronco. Ambos sabían que si Brandon lo quisiese la tarea se habría dado por terminada horas atrás, sin embargo aquí estaban, tratando de someter aquellos inevitables pensamientos que cada hijo del señor de Invernalia estaba teniendo últimamente.

Ned sacudió levemente la cabeza al mismo tiempo que la nieve que se había acumulado sobre sus hombros era apartada con un gesto de sus manos.
El crujido de la madera al sucumbir ante la fuerza de Brandon pareció sacarlo de su trance unos instantes.

-¿Será cierto?
-Calla, Ned.

Un sepulcral silencio cubrió a los hermanos, como la venda que cubre los ojos del vidente pero nunca los del ciego.

-Sabes lo que siempre hemos sido destinados a ser. -dijo el lobo mayor tras una cortante mirada.
-Y tú sabes lo que dicen sobre nuestro señor padre.

Brandon alzó una ceja, pues eran raras las ocasiones en las que su hermano osaba mancillar su apodo con el milagro de la pronunciación de más de una simple frase.
Ambiciones sureñas, las llamaban en los alrededores del castillo, palabras murmuradas por los norteños e ignoradas por los comerciantes de puerto blanco, después de todo el norte es inhóspito y demasiado inmenso para molestarse en exploralo y los tesoros que oculta desde las criptas hasta las ramas de sus antiguos dioses.

"Es inusual" decían al cortar en filetes el pescado recién traído del puerto "Los dragones no nos visitan desde tiempos de la reina de medio año y mucho menos lo harán ahora con ese rey sentado en su silla de hierro, no había necesidad de involucrarnos en esto"

A pesar de todo,Rickard Stark parecía ansioso de proyectar su sombra en tierras más cálidas, quizás ignorando a pasando por alto aquel gran abismo que distinguía al norte de entre todo el reino: la hermandad florecida del crudo invierno.

-Te preocupas demasiado por ella sabiendo que traerá orgullo y honor a nuestra casa.- En ese preciso instante un trueno retumbó en la lejanía, la furia que con el venía fue contenida por la nieve que nunca acababa. Ned entrecerró los ojos. ¿Acaso ese era el reclamo de los dioses por el crimen cometido en nombre de su madre?

-Por favor Ned - le había implorado su madre cuando en aquella hora del lobo, horas antes de la partida de su hermana mayor, su madre los vistió de cuervo y juntos huyeron tomados de la mano hacia los árboles corazón.

Con el temor de ser castigados por los dioses por el acro que  estaban cometiendo oculto bajo las capuchas y una indescifrable expresión. Las manos de Ned, auxiliadas de una pequeña daga, cortaron un pequeño trozo de la corteza blanca como las nubes que coronarían la mañana venidera.

-Con esto bastará- murmuró Lady Lyarra, envolviendo  la corteza con suma gentileza en seda. -Así podrán cuidar de ella en mi ausencia.

La espera savia del árbol llegó a sus dedos, incluso podría haberse confundido con sangre.

-Ned. Tienen que perdonarme- los ojos grises de su madre se inundaban de lágrimas- pero las ratas grises nos vigilan. Sigues tú, tendrás que ser valiente y aprender a vivir en las alturas del gran nido de un águila.

¿Qué sucede cuando una manada se separa?.

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-No se preocupe milord , su sangre quedará en la historia.

Sin embargo, al mirar la cera derretirse sobre el papel que sellaría el destino de sus hijos, Rickard Stark no pudo evitar pensar en el laberinto que suponía ser la mirada del maestre Wyllas.

𝑳𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔 (ᴊᴜᴇɢᴏ ᴅᴇ ᴛʀᴏɴᴏꜱ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora