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Saliendo de su agotador horario laboral, el ruso por fin pudo respirar aire fresco del exterior, estar encerrado por horas en ese local de comida rápida le había dejado ahogado, juraría que si pasaba una hora más metido ahí dentro moriría por el calor. Se lamentaba por sus compañeros de trabajo que tenían el turno completo.

Oyendo las ruidosas ruedas de una patineta sobre la acera, sus manos se metieron en sus bolsillos en cuanto volteó, era claro de quien se trataba. Dando un paso atrás, terminó encontrándose de frente con ese risueño chico demonio que pasaba a buscarle por tercera tarde seguida aquella semana.

— Ya te aprendiste mi horario al parecer. —Dijo Tabi recibiendo un golpecito en su hombro por parte de su amigo. Así se saludaban a veces.

— Pues si, lo estuve estudiando. —Respondió levantando la patineta que traía para así cargarla bajo el brazo.— Venía con Ayana, pero nos encontramos a su novia en el camino y pues, ya sabes, el amor la tiene enferma.

— Así es el amor, quieres estar siempre con quien se robó tu corazón. Supongo que no lo entenderías.

Agoti le miró en silencio mientras su rostro expresaba evidente confusión, personalmente él siempre quería pasar tiempo con Tabi, pero eso no significaba que hubiera robado su corazón, ¿verdad?, no todas las situaciones eran iguales. Iba a decírselo, pero Homskyi se le adelantó y comenzó a caminar, quedándole únicamente la opción de seguirlo para no dejarlo solo, se guardaría su comentario por ahora, solo por ahora.

— ¿Acaso tú hoy no tenías nada mejor que hacer? —Habló Tabi tratando de seguir la conversación.

— Nop, ya tuve mi sesión de fotos, oh, y también la de grabación. —Trató de hacer un poco más de memoria.— El otro día tuve la firma de álbumes y... Creo que solo tengo que probarme el vestuario el sábado.

— ¿Vestuario?

— Sí, para el video musical que sacaremos a fin de semestre. —Mencionó sonriendo.

— Entiendo. —Se detuvo, poniendo su mano frente a Agoti haciéndole frenarse por la luz en rojo a peatones.

En cuanto la luz volvió a ser verde para ellos, ambos cruzaron la calle al igual que el resto de los presentes. Entrando poco después a una tienda nueva del vecindario en la cual vendían todo tipo de alimentos extranjeros asiáticos, pero ellos venían exclusivamente por algo: el icecup. Habían visto muchísimos videos de ello en internet, saber que habían abierto una tienda con esa temática emocionó a ambos, no iban a perdérselo por nada del mundo.

— Mira, este tiene los hielos rosita. —Señaló Agoti sacando el último vaso con los hielos de tal color.

— Que lindo. Yo me quedé con este hielo normal y aburrido. —Bufó tomando otro de los vasos.

— Te lo cambio. —Ofreció.

— Pero es tuyo, tú lo agarraste primero.

— Solo agárralo. —Le quitó el vaso intercambiándolo por el suyo.

Sosteniendo la muñeca del chico más bajo, Agoti se desplazó por el pasillo de aquella amplía tienda de buen aroma, deteniéndose frente a aquellos diferentes tipos de bebida, té, jugo, leche e incluso café que ofrecía la tienda. Había de todo un poco. En cuanto eligieron lo suyo, Agoti fue quien pagó por todo, en realidad, a él se le había ocurrido la noche anterior visitar aquella tienda, así que él invitaba en esta oportunidad.

Guardando su tarjeta tras haber pagado, el digidevil siguió al ruso que ya se había acercado a la barra junto a la ventana para poder armar y servir su bebida.

— ¿Qué elegiste? —Preguntó Agoti mientras agitaba su vaso de hielo.

— Latte Avellana. —Respondió mientras echaba dicho contenido en su vaso, la verdad le resultaba extraño. Pedir esto mismo en Starbucks saldría más caro, muchísimo más caro.

Hᴏᴏᴋᴇʀ  -[Tagoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora