Epílogo.

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Había que ser honestos, cuando Agoti se mudó solo a aquel departamento jamás creyó que el "comenzar una vida nueva" llegaría a ser tan radical como lo era actualmente. La vida que ahora llevaba día a día era algo que quizá hace años jamás habría deseado o imaginado tener, pero sin duda era feliz.
Solía ser un chico inmaduro que no tenía metas en la vida, al menos no más que solo generar más dinero y gastarlo en estupideces; o vivir su vida al máximo sin miedo a que sus decisiones sean recriminadas por su figura paterna al ser estúpidas.

¿Qué pensaría ese Agoti del actual? Viéndole con anillo en el dedo, compartiendo apellido y con 3 pequeños demonios que crecían cada día más.
Carajo, definitivamente se habría llevado una sorpresa gigante al darse cuenta de que estaba casado con su mejor amigo y que ya habían transcurrido casi 5 años desde que dio a luz a sus pequeños.

Wow... 5 años ya...

Como pasa el tiempo.

El ruido proveniente del pasillo le hizo activar sus sentidos, aunque permaneciendo en la misma posición en la cama debido a la pereza que cargaba encima por haberse dormido tarde anoche, pero con la intriga de saber quién había irrumpido en su habitación ahora. No sería sorpresa que uno de sus hijos hubiera entrado, eran inquietos, no podía decir lo mismo de la niña, pero sí de los otros dos. Desde que aprendieron a caminar se había vuelto un caos total, era casi imposibles tener la casa ordenada. Aunque bueno, de alguien lo habrán sacado, ¿no? "Si, definitivamente de Tabi".

Notando el peso de alguien a su lado en la cama, fue cuestión de segundos para que los brazos de su esposo le rodearan, atrayéndole hacia el por debajo de las sábanas de aquella gran y resistente cama.

— Amor. —Susurró el ruso que daba apellido a sus hijos.— Es hora de que te levantes, debes comer algo.

— Mmm. —Emitió, sonriendo ante su cercanía.— 5 minutos más, Tabs.

— Agoti. Sé que si me voy al trabajo no comerás nada por flojera a cocinar o calentar algo de lo que dejé.

Vaya, le conocía mejor que el mismo.

— Que flojera... —Dijo girando con cuidado, correspondiendo el cariñoso abrazo de su pareja a quien olfateo su cuello.

— Lo sé, pero debes comer. Hice panqueques.

— ¿Los que me gustan?

— Obvio, pero deberíamos bajar rápido antes de que los niños se coman todo. Comen tan rápido como tú.

— ¿Qué puedo decir? Tengo buenos genes. —Sonrió con orgullo.

Ojalá fuera verdad, los niños no habían adoptado muchas características similares a las de Agoti. Los genes dominantes habían sido los humanos con los que Tabi había colaborado al momento de hacerlos.

Svetlana, la niñita y la mayor por un par de minutos era la más parecida a la apariencia humana de Tabi antes del incidente con los Dearest. Poseía un hermoso cabello castaño, sus ojos eran dorados brillantes y lucía una piel pálida bien cuidada, pero sin duda, cargaba con la amplia y hermosa sonrisa de Agoti. Sus colmillos eran casi tan filosos como los suyos.

Sam y Shawn eran como dos gotas de agua. Poseían los ojos blancos de su padre digidevil, y compartían un cabello oscuro el cual resultaba ser castaño al estar bajo luz. Fuera de eso, sus pieles eran igual de pálidas que la de su hermana. Sus actitudes dejaban mucho que desear, posiblemente adoptaron los berrinches de Agoti, pero bueno, eran niños, hay que entenderlos.

— Bien, arriba. —Dijo Tabi levantándose de la cama.

— Fuck... —Respondió Agoti frotando sus manos en sus párpados. Tenía demasiada flojera.

Hᴏᴏᴋᴇʀ  -[Tagoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora