Cediendo ante el efecto del dolor de cabeza, el atontado chico bomba abrió sus ojos con lentitud, abriendo su boca ampliamente en lo que bostezaba y estiraba su cuerpo, mayormente sus brazos sobre su cabeza, chocando torpemente las manos en aquel respaldo de la cama en la que se encontraba.
Aturdido, alzó su mirada, siendo aquel momento en el cual se dio cuenta que esa no era su habitación, aunque no le sorprendía mucho.Incorporándose rápidamente en el colchón, un pinchazo detrás de su nuca le hizo encogerse de hombros, y a continuación, una intensa resaca consiguió hacerle poner una mano sobre su frente. Definitivamente esta era la peor forma en la que podía despertar, beber tanto por gusto propio no había sido para nada una buena idea.
Oyendo unos melodiosos cantos provenientes desde el pasillo, su mirada no tardó mucho en posarse en aquella dirección, pero al momento de levantarse pudo notar que estaba en ropa interior, y sobre una silla junto a la cama se encontraba su camiseta blanca y sus pantalones holgados, notándose la ausencia de su chamarra. Levantándose con cuidado, miró la mesa de noche, donde al igual que su billetera, su teléfono descansaba fuera de batería, no quería ni saber cuántas llamadas perdidas tendría de Carol. Junto a ello, un vaso de agua y una pastilla esperaban su atención, con una nota que decía "Toma esto para la resaca", bueno, al menos había caído en buenas manos.
Tras tomarse el medicamento y terminar de vestirse, salió al pasillo, siguiendo el armonioso cantar de montones de voces, y con solo llegar al pasillo pudo descubrir que estaba en la iglesia, el rosa hacía muy evidente las cosas. Bajando las escaleras, atravesó aquella enorme puerta que separaba la vivienda de la iglesia, y tras caminar por el pasillo hacia la derecha, encontró la amplia sala donde se encontraba ejecutándose la habitual alabacion a Dios, siendo dirigida obviamente por Sarv, pero no veía a Ruv por ningún lado, ¿estaría de guardia afuera como de costumbre?
— ¿Qué haces aquí? —Le habló sorpresivamente el mencionado.
— ¡Ah! —Se cubrió la boca a sí mismo, luego empujó al ruso de vuelta al pasillo para así no arruinar el cantar de los presentes.— Deja de aparecer por detrás, me espantas.
— Que tú no te des cuenta no es mi culpa. —Le hizo apartar la mano de su pecho.
— ¿Tú me trajiste aquí anoche?
— Es evidente... ¿No recuerdas nada de lo que pasó anoche?
— Solo recuerdo a una chica hostigandome. Creo haber oído tu voz, pero no recuerdo bien, todo es algo borroso.
— Mh. —Hizo una pausa, desviando su mirada con su seriedad tradicional.— Tal vez es mejor así.
— ¿Por qué?, ¿qué me hiciste? —Cuestionó a la defensiva.
— La pregunta es ¿qué hiciste tú? —Dicho esto le dio la espalda, regresando hasta la zona de vivienda.
Frunciendo el ceño apenas el ruso le dio la espalda, su mirada se detuvo en la zona descubierta de su cuello, un poco por debajo de su cabello podía notarse un hematoma, era pequeño, pero escandaloso para la pálida piel del extranjero. Definitivamente eso no era una marca de nacimiento o algún golpe.
— Espera... ¿Qué quieres decir? —Le siguió, ahora si estaba preocupado.
— Nada. Es mejor que no lo sepas.
— ¿Por qué?
— No me creerás.
— ¿Nos acostamos?
— ¡¿Qué?! —Le miró completamente ruborizado, y el sitio se sacudió un poco por su alzada de voz.
— Dime, ¿esa marca en el cuello te la hice yo?
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Hᴏᴏᴋᴇʀ -[Tagoti]
Fiksi Penggemar¿Sabes qué es lo bueno de llegar a tu edad legal? ¡Que puedes hacer todo lo que te plazca sin miedo a recibir castigos o regaños de tus figuras paternas! De adolescente siempre soñé con tener diversas experiencias de adulto, viajar por el mundo, sal...