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Sintiendo que las cobijas presionaban su cuerpo sobre el colchón, el ruso mantenía una posición dispersa sobre su lado de la cama. Ignorando el hecho de que ya era pasado medio día y ni siquiera se había levantado al baño. Era fin de semana, ¿qué mejor gustito podía darse que durmiendo hasta tarde?
Sin embargo, su descanso no fue más allá cuando escuchó los pasos de Agoti desplazarse hasta el baño y posteriormente vomitar de forma abrupta. Eso había pasado antes, pero generalmente era cuando habían salido de fiesta la noche anterior.

— ¿Agoti? —Preguntó adormilado, levantándose de la cama mientras frotaba un párpado con su puño.

No recibió respuesta, y al asomarse al baño le vio de rodillas frente al retrete, quejándose y jadeando por el repentino despertar.

— ¿Qué pasó, amor? —Se acercó, hincándose a su lado para frotar su espalda con su mano y luego sostenerle el cabello para que no se vomite.— ¿Te cayó mal la hamburguesa de anoche?

— Ahh, no, no lo sé. —Dijo con los ojos vidriosos, tragando duro y quejándose por el dolor de garganta.— Me siento mal...

— ¿Muy mal? —Puso su otra mano sobre la frente del demonio.— Tienes fiebre, Agoti. —El digidevil asintio.— ¿Lo sabías y no me dijiste?

— Estabas durmiendo.

— Pero, amor. Si te sientes mal me debes decir, ¿cómo voy a cuidarte si no me lo dices? —Le ofreció algo de papel.— ¿Aún quieres vomitar?

— No... —Negó.— Pero el mundo me da vueltas.

— Vamos al médico.

— Ellos no entienden a mi especie.

— Entonces vamos con Daidem.

— Noo, él le dirá a mi papá, no quiero que Sol se preocupe.

— No quieres que Sol se preocupe, pero yo estoy preocupado ahora mismo. Vamos con Daidem, y no es una pregunta. —Se levantó.— Iré por ropa para ti, quédate ahí y no te levantes sin que yo esté, ¿vale? —Esperó, pero no recibió respuesta.— ¿Vale? —Repitió.

— Que si, carajo.

Asintiendo, Tabi se apresuró a salir de la habitación para ir hasta el armario, buscándole prendas a su pareja para poder salir. En momentos así agradecía que tuvieran un auto a su disposición, no dependían de otros choferes y podían moverse más rápido.

"¡Pum!" Se escuchó desde el baño, y solo con ese fuerte golpe supo que Agoti no había hecho caso a su palabra de no levantarse. Joder, ¿alguna vez ese demonio haría lo que le pedía? Que suplicio.

(...)

Anotando el progreso de su investigación en avance, el hombre de anaranjado brillo y larga bata detuvo su acción al oír el constante resonar del timbre que habían instalado en un sitio algo escondido en la entrada principal. Soltó un bufido, esperando un momento para ver si volvía o no a sonar, si tenía suerte podría fingir que no había nadie dentro, o quizá así conseguía que Six utilizara su propia llave para entrar, al menos si se trataba de él. Por un momento pareció no volver a sonar, pero apenas recargo la punta del bolígrafo sobre el papel este volvió a sonar.

— Ah, ¡Six! —Apretó los objetos entre sus manos, dejándolos abruptamente sobre su escritorio para así movilizarse hacia la entrada principal.— ¡Maldita sea, ¿para qué te entrego una llave si vas a estar desgastando el timbre?!

Quitando los pestillos de la blindada puerta, la abrió cambiando su expresión en el segundo que vio que no se trataba de su protegido.

— Ah, ustedes. —Se cruzó de brazos, recargándose en el marco de la puerta.— ¿Se puede saber qué quieren?, estoy en algo importante aquí.

Hᴏᴏᴋᴇʀ  -[Tagoti]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora