Entrevista.

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– Doña eso fue muy peligroso — maneja a la tienda

– Ay claro que no, Baltazar estuvo ahí conmigo

– ¿Y si le robaban algo?

– Son niños, estaban cansados y con hambre, lo mínimo que pude hacer por ellos fue darles algo de comer, aunque les comprara sus chicles, sabemos que el dinero lo gastaría la persona que los explota, prefiero que coman algo

– No lo vuelva hacer sin avisarnos, al menos uno de nosotros debe acompañarla

– De acuerdo ¿Falta mucho para llegar? Quiero terminar con ese pendiente rápido, debo reunirme con mi marido en la inauguración de la biblioteca

– Ya casi llegamos, no se preocupe que estará ahí a tiempo

– Eso espero — toma un poco de su agua de coco — Evita los baches por favor, no tengo un cambio de ropa




En cuestión de minutos lograron llegar a la tienda de artículos para el hogar, paso un buen rato hablando con el equipo que se encargaba de diseñarle un colchón y base para la cama, lo bastante grande para que José Luís se pueda mover sin estarle molestando.



– Mi marido es un hombre grande, además de inquieto cuando duerme, estoy embarazada así que me gustaría que el se quede de su lado o terminare pidiendo el divorcio

– En ese caso puede estar segura que haremos bien nuestro trabajo — ríe — ¿Me podría dar las medidas de su marido? Para tenerlo en cuenta, ya tenemos la de la cama en su cuarto

– Claro — voltea a ver a Baltazar — Ven

– Si Doña — se acerca

– Es más o menos como él, salvo que mi marido es como... — piensa — Dos centímetros más alto y un poco más ancho, hace ejercicio en exceso, diría que... — aprieta los brazos de Baltazar — Tres centímetros más ancho que Blatazar

– De acuerdo, en ese caso lo mediremos señor

– Claro... ¿De verdad se sabe las medidas del señor Navarrete, Doña?

– Tuve que obligarlo a mandar las medidas para que le hicieran el traje de nuestra boda — camina en lo que revisaba sus mensajes — Me las sé de memoria porque es un terco




Ambos elementos de seguridad ríen por lo bajo ante ese comentario, mientras miden a Baltazar, ella se encontraba respondiendo unos correos cuando una señora bastante apurada chocó con ella manchandola con su café frío, a pesar de que se disculpo varias veces y que prometió pagar la tintorería, Altagracia no podía quitar su expresión de enojo/rabia del rostro. De hecho empezó a maldecir en lo que se estaba quitando el exceso de café regado sobre ella.




– Por lo menos era frío — se queja bajo

– Doña, ya terminamos, todavía tenemos tiempo para ir por un cambio de ropa para usted

– Si vamos a la casa llegaré tarde — niega — Cuando veníamos para acá vi una tienda de ropa, busquemos allí y luego vámonos

– Si Doña




En aquella tienda de ropa fue un poco difícil encontrar algo que no fuera un vestido demasiado revelador, los que eran muy conservadores no le quedaban para nada lindos debidos al corte, se estaba quedando sin tiempo así que escogió uno naranja que a pesar de ser pegado al cuerpo y tener escote, era bien decente, pagó por el y se lo llevó puesto mientras cambiaba un poco su maquillaje en la camioneta, Matamoros hacía lo posible para no pasar sobre los baches y llegar a tiempo por supuesto.




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