Habían olvidado lo divertido que era el sexo en la oficina, en especial la de José Luís pues al ser la última tenían más privacidad porque casi nadie se encontraba, después de poner el seguro a la puerta ambos se deshicieron de la ropa que les estaba estorbando desde que salieron de la consulta, claro que por ahora no podían retomar aquel sexo rudo que ambos disfrutaban pero eso no los iba a detener; de hecho ni siquiera la nueva curva de Altagracia lo había echo, ninguno tenía idea de como debían de acomodarse para no aplastar a los bebés pero lograron resolverlo sobre la marcha.
– No creo poder dejarte salir de esta oficina — murmura contra su cuello — Me vuelves loco...
– Sospecharan si no me dejas ir — sonríe — Además tienes que trabajar
– ¿A quién le importa el trabajo? Al fin nos dejan tener sexo — sube a su boca
– Disfruto del sexo tanto como tú — jadea contra su boca — Pero hay cosas que debo resolver en el departamento
– ¿Qué cosas? Todavía estas desempleada
– ¡Oye! — le da un golpe a su hombro — No estoy desempleada, soy una empresaria
– Vives como los retirados — ríe — ¿Qué tienes que hacer? Quédate aquí conmigo
– Para tu información, voy a ir a nuestra casa, quiero ver como van con el piso de arriba
– Ni pensar, no vas a ir
– ¿¡Cómo que no!?
– Sólo un loco dejaría que su esposa embarazada de gemelos, fuera a un lugar en obras
– Ay pero no es la gran cosa — rueda los ojos — Además no voy sola
– Pero vas sin mi
– Bien olvida lo de la casa, tengo que empezar a preparar el terreno para nuestra Constructora entonces — le da un beso — Hacer llamadas y ese tipo de cosas
– Esa parte esta cubierta, no tienes nada que hacer, quédate conmigo — le devuelve el beso — ¿Qué te cuesta?
– Si me quedo aquí, no vas a subirte el pantalón nunca — enreda las piernas a su cadera — Y aunque suena exageradamente tentador, tienes trabajo que hacer
– Quédate — se acerca a su cuello para apreciar su perfume — Anda, complaceme
– Te estoy complaciendo bobo — pasa los dedos por los laterales de sus costillas — No voy a quedarme porque soy una gran distracción
– Pero me gusta mi distracción — la muerde
– ¡Ay! — carcajea — Bruto
– Pero a ti te gusta — reparte besos en su cuello y quijada
– Podría quedarme otro rato... — se muerde el labio
Y si que fue un buen rato, tanto que ya había llegado la hora del almuerzo; José Luís trataba de convencerla de quedarse a comer mientras abotonaba su camisa pues ciertamente no podría salir de la oficina e ir con ella al departamento porque no le daría tiempo, lo más fácil era que ambos almorzaran allí y también se trataba de una estrategia para tener más sexo claramente.
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Nuestro Convenio
Fiksi PenggemarAñadela a tu biblioteca, te vas a enganchar, ya lo sabemos JAJAJA