3.

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Decidí hacerle caso a Stacy.

Tomé una ducha, para luego usar un vestido corto, tacones casuales y un maquillaje con tono levemente suavizado. No sería la primera vez que asisto a un lugar como ese pero quería verme informal para no llamar tanto la atención.

Lo cual es irónico porque cuando empiece a trabajar seré parte del gran centro de atención.

Sin más que pensar, me dirigí al club nocturno y lo primero que pude apreciar fue lo enorme y atractivo que se veía todo. Las luces de neón iluminaban el lugar, las paredes lucían hermosos colores fríos que encajaban perfectamente con la decoración. Era sofisticado pero sensual. Lo cual también es un poco irónico para mí, porque al principio me imaginé un bar con mujeres desnudas caminando por todas partes, pero no. Todo era sumamente elegante, desde la barra hasta el escenario de fondo, en donde escuchaba la música suave siendo reproducida.

—¿Champagne?

Observo al joven mesero frente a mí con una bandeja que sostiene las copas. Tomo una de ellas y le doy ligera sonrisa.

—¿De verdad pueden haber strippers en éste lugar?

Me muerdo la lengua al notar que lo dije en voz alta, y aún más cuando hablé frente al mesero que se sonroja y ríe un poco por mi inusual pregunta.

—Aún es algo temprano. El espectáculo abrirá luego de las diez de la noche.

—¡Oh cierto! ya lo sé.

No sabía una mierda.

Cómo puedo salgo del lugar mientras trato de ubicarme, aún faltan casi dos horas para que empiece el famoso show y por ello me tomo ese tiempo para caminar un breve recorrido por los alrededores; éste crucero es enorme y lo menos que deseo es perderme, así que evito explorar lejos de la zona. Ni siquiera comprendo mi necesidad por contar los pasos que doy. La paciencia que no tengo enserio me está cobrando factura.

Uno...

Dos...

Tres...

¡Aah, mierda!

El maldito zapato de tacón se me acaba de reventar.

—No, no, ¡Joder!

Trato de respirar profundamente para no caer en una crisis frente al montón de personas, seguramente me veré como una loca aquí parada, descalza y sin idea de cómo volver a la recamara para buscar otro par de zapatos que me sirvan. ¡Es un desastre!

Justamente mi habitación queda al otro lado del inmenso crucero, y me niego a pasar descalza toda esa distancia. Aunque lo más lógico sería hacerlo... No. Lo más lógico sería pedir ayuda, pero no conozco a nadie y dudo que Jackson me responda el celular.

—¿Todo bien? —Una voz femenina me hace voltear con rapidez. Al hacerlo, encuentro con una hermosa chica de cabello corto oscuro y perfectamente lacio.

—Eh, claro, no te preocupes.

—No creo que tus zapatos digan lo mismo. —Lejos de soñar ofensivo, sus palabras me causan gracia.

—Odio usar tacones.

—Si quieres puedo darte un par, me hospedo en el piso de abajo.

—Gracias, pero no es necesario... de verdad.

—¿Cómo que no? Vamos, no vas a estar descalza toda la noche en un lugar como éste. —Antes de que pueda alegar algo incoherente, estoy siendo arrastrada por ella hacia las escaleras.

Al llegar, la pelinegra me suelta del brazo y se disculpa por la agresividad. Tal comentario me saca una risa, por lo que dejo en claro que no tengo ningún problema, al contrario, que agradezco mucho su ayuda porque estaba que me moría de vergüenza con el par de tacones rotos. Recibo el nuevo que me entrega, tomo asiento en el pequeño sofá y me dispongo a colocarlos en mis pies, incluso me sorprende ver que encajen, al parecer tuve suerte de que sean mi talla.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora