22.

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Oficialmente su novia.

Sigo sin poder creerlo.

Admito que me sorprendió demasiado verlo en la universidad. Tuve un ataque de nervios e impotencia, además del temor que aún conservo, pero me di cuenta que los demás tienen razón. Matthew merece una oportunidad y no debo dejar que esos miedos se interpongan entre nosotros.

No tengo idea de si va a funcionar o no, puede que sea complicado. La dudas siguen en mi cabeza y por ello es mejor no pensar demasiado. Más triste sería quedarse con el "que hubiese pasado..."

Algunas veces vale la pena arriesgarse y deseo continuar. Quiero disfrutar de esa felicidad que experimento cada vez que está conmigo.

A mi mente llega ese mensaje de Jennie: "Es comprensible que tenga dudas, pero no dejes que te paralicen. A veces, el miedo se disfraza de lógica para no dejarnos ver la verdadera razón por la que evitamos situaciones de desafío: el temor a lo desconocido. Sin embargo, solo exponiéndonos a ellas conseguiremos desenterrar las oportunidades que se encuentran al otro lado."

Y vaya que aun conservo el miedo.

Pero cuando estoy con Matthew, todo eso desaparece. Me hace sentir segura y feliz. Cada momento que pasamos juntos es especial y por eso caigo en cuenta de lo mucho que necesito tenerlo en mi vida.

—Deja de jugar con fuego, ricitos. —Advierte cuando le desabrocho el cinturón.

—Dijiste que el fuego no siempre era malo. —Le recuerdo sus palabras y una sonrisa se forma en sus labios.

No sé en que momento llegamos a mi habitación, solo sé que me estoy muriendo por obtener su contacto. Matthew se queda de pie, dejando que le quite las prendas del uniforme médico. Su serenidad provoca un cosquilleo ansioso en mi cuerpo. Especialmente al notar el deseo intenso que desprenden las llamas de fuego azul que tiene fundido en los ojos.

Desabrocho cada botón hasta sacar el traje y dejarlo sobre la mesita de noche. Muerdo mi labio al apreciar la dureza de su cuerpo. Puedo notar los brazos fuertes y un abdomen marcado que porta el pequeño tatuaje bajo su pecho. Tiene una ligera capa de vello castaño seguido a dos líneas que enmarcan el camino hacia su pelvis. Hace un momento le quité el cinturón y por ello es fácil observar como se ciñe la tela contra su entrepierna.

Sentí que me mojaba de solo mirar lo apretado que estaba.

—¿Te pongo duro, señor? —Moví la mano por su pecho hasta bajar de forma lenta por el abdomen y desabrochar su pantalón.

Él detuvo mi mano cuando estaba a punto de tomarlo. Su agarre era fuerte y me ponía ansiosa.

—Eres una descarada —Me sostuvo con fuerza haciéndome retroceder y mi cuerpo terminó cayendo de espaldas sobre la cama—. No se te olvide quien manda.

—Pensé que no querías...

—Desde que te ví no he pensado en otra cosa que no sea follarte —Acorrala mi cuerpo bajo el suyo—, pero dijiste que lo nuestro solo consistía en sexo, y...

—Es más que eso —Lo interrumpo sosteniendo sus mejillas—. Tardé en darme cuenta, pero lo sé y... —lo miro— no quiero solo sexo contigo... lo quiero todo.

Aquella confesión provoca que me bese con fuerza y me permito disfrutar el sabor de sus labios, abro la boca permitiendo que explore cada espacio. Mi respiración es desastrosa, especialmente cuando me succiona y muerde. Baja su boca repartiendo besos por mi mandíbula, llegando hasta el cuello y lamiendo de vez en cuando. Mis pezones se ponen tan duros que puedo sentir la molestia que produce el roce contra la tela y pronto me encuentro soltanto leves quejidos de placer.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora