12.

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—Al menos un cafecito primero. —Murmuro consiguiendo que despliegue una sonrisa.

Su mirada azul es tan intensa que por un segundo logra generar el familiar cosquilleo en mi estómago, lo cual también es a causa de la cercanía. Lleva su mano derecha hacia mi rostro para acariciarlo con el borde de sus nudillos. Siento los labios resecos y por un momento me veo tentada a romper la tensión pero debo serle fiel a mis palabras.

—¿Quieres? —Sus labios acarician los míos mientras habla. —Puedo dártelo.

—¿Seguimos hablando de café...? 

—Obvio, —ahora soy yo quien ríe. —Así aprovechamos para establecer algunas cosas. —Desliza su dedo por mi piel con una suavidad que me acelera el pulso.

Se encuentra tan cerca que incluso puedo sentir su respiración contra mi piel, los labios se presionan sutilmente en la comisura de los míos, dejando un beso corto de por lo menos cinco segundos. Abro los ojos notando su serenidad, me da confianza y al mismo tiempo nerviosismo. Es ese tipo de calma que provoca todo, menos tranquilidad.

—¿Qué tipo de cosas?

—Tus límites... —Se deja caer sobre un sofá de cuero y palmea el asiento a su lado para que me acerque. —Necesito saber que tan lejos puedo llegar.

Tomo asiento a su lado mientras proceso la información.  No tengo una jodida idea de qué horas son, pero estoy más despierta que nunca. Matthew se ve totalmente sereno, como si estuviese hablando del clima, sin saber las cosas que provoca en mi cuerpo con solo respirar, esa ha sido una de las razones por las que quiero alejarme pero es tan inútil que no tiene sentido y eso es frustrante. De igual forma vuelvo a caer en su juego.

»¿Lo has hecho alguna vez, ricitos?

—No, para nada, ni siquiera imaginé encontrarme en esta situación. —Trato de disimular la ansiedad en mi voz.

—Créeme cuando te digo que sería incapaz de lastimarte, al menos, no más allá de tus límites. —Siento el tacto de su mano sobre la mía y pronto tengo sus dedos entrelazados. —Por ello es necesario que me digas cuáles son, para evitar cruzar una línea sensible. No quiero que te sientas insegura conmigo.

—¿Qué pasa si no tengo idea de ellos?

—Habría que descubrirlos. —La sangre se acumula en mis mejillas, pero Matthew no vacila, solo dedica su tiempo para hablar de todo aquello.

Comenzó a explicarme sobre algunas prácticas, empezando por la entera confianza que debe existir entre ambos. La seguridad es primordial y por ello, deben aclararse condiciones por ambas partes. También me habló sobre el juego de roles, dónde el dominante se encarga del placer, mientras que la parte sumisa debe obedecer a todo lo que quiera hacerle. Escuchar eso último fue inquietante, no me imagino de ninguna forma siendo doblegada de esa manera, pero explicó que todo es enteramente consensuado y por ello es necesario establecer un lazo de confianza.

—¿Qué pasa si quiero detenerlo? —Acaricia mi cabello con cuidado antes de responder.

—Para ello existe una palabra de seguridad. —Mantengo la mirada fija en la suya. —Tiene que ser algo que normalmente no dirías en ese momento.

Dice que la frase se emplea solo y únicamente cuando la sumisa no quiere proseguir, cuando cruza sus límites o siente que es demasiado, por ello el acto se detiene inmediatamente. También explica que es necesario tener confianza de usarla, porque la idea es que ambos disfruten la situación y nada sea forzado.

Muerdo mi labio inferior, con la mente llena de curiosidad y pensamientos acerca de aceptar ésto. No solo le estaría entregando mi confianza, sino también la seguridad, mi cuerpo y obediencia. Algo que jamás se me había cruzado por la mente; de hecho, no esperé verme involucrada con él en ningún ámbito.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora