10.

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—¿Y entonces?

—Pasó la noche conmigo... —Alice suelta un pequeño grito eufórico que me deja sorda durante unos segundos. —¡No seas malpensada! Solo dormimos juntos.

—Que intenso. —Miro el celular notando que tenemos más de dos minutos conversando. —¿Y luego?

—No lo sé, me dormí, y cuando desperté... ya no estaba.

—Pero... ¿Hablaste con él?

—Desde esa noche, no. —solté aire antes de retomar la conversación. —Le conté gran parte de mi vida, ni siquiera entiendo por qué.

Me sentía estúpida, pero era incapaz de arrepentirme ya que su apoyo me hizo sentir a salvo.

—Tal vez fue lo correcto.

Continúo caminando sin rumbo fijo. Hay muchos lugares llenos de gente, aunque por el momento solo deseo olvidar mi presente. No quiero recordar nada de lo que sucedió ayer; Matthew fue incapaz de llamarme, y eso dolió. Entiendo que no soy nadie pero deposité mi confianza al contarle todo aquello y no pudo ni escribir un mísero mensaje.

—Fue un error. No tengo que ilusionarme con alguien comprometido. —Alice suelta un bufido, como si estuviera cansada de oír aquello.

Termino de contarle como me siento al respecto, ella insiste en que no todo está perdido. Desde luego, para mí es lo contrario. Nunca debí pedirle que se quedara a dormir conmigo. Pero, de todos modos, ya es tarde, sucedió y lo peor de la situación fue hablarle de mi pasado. No tenía por qué confiarle algo tan sagrado que solo he hablado con mi hermano y mejor amiga.

»En estos momentos debe estar preparándose para la boda.

—¿Y qué esperas para impedirla? —Suelto una pequeña risa ante el comentario.

—Ni loca haría algo como eso.

Camino por los pasillos del crucero hasta tomarme con la entrada de un acuario, hay enormes peceras —llenas de animales marinos— cubriendo cada espacio del lugar. Incluso me reprendo por no haber venido antes.

Sin duda tengo muchísimos sitios por visitar.

Lo primero que llama mi atención es un niño pequeño, de piel trigueña, que se encuentra mirando el interior de una pecera con los ojos pegados al vidrio, mientras usa sus manitas para simular unos binoculares; se me hace la imagen más tierna, incluso me olvido del parloteo de mi mejor amiga.

—Dalton, cariño, ya vámonos. —Le dice su madre antes de llevárselo.

—¡Tierra llamando a Julie! —Grita Alice por la línea algo enfadada.

—Perdón, me distraje.

—No se te olvide enviarme un vídeo del "yo me pongo".

—Sí, claro. —Pongo los ojos en blanco.

Finalizo la conversación y guardo el celular en el bolsillo trasero de mi pantalón. Pensar en Matthew es lo que menos deseo en este momento, así que solamente me dedico a observar lo preciosos y coloridos que se ven todos los peces. Incluso tomo algunas fotos para enviárselas a Ivana. La enfermera.

No somos amigas tan cercanas, pero de igual forma me hace falta. Es la única persona del hospital con la cuál tengo suficiente confianza; siempre comprende mi situación, y me ha ayudado un montón con respecto a las crisis existenciales.

Duro un buen rato en el lugar hasta que me canso y decido seguir caminando por los pasillos. No he tenido mucho tiempo para detallar la gran cantidad de lugares que se encuentran en este sitio. Empezando desde restaurantes, bares, piscinas, gimnasio, librerías, acuarios, spa, salones de belleza, salas de juegos, tiendas, joyerías, teatros, bibliotecas, cines, galerías, algunas instalaciones deportivas y hasta un museo que muero por visitar.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora