9.

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Matthew.

Juliette respira hondo antes de volver a abrazarme, sus sollozos escapan sin que pueda controlarlo. Mantengo mis brazos a su alrededor mientras le acaricio suavemente la espalda, sé que en estos momentos no necesita palabras, por ello las ahorro y me hago sentir para que recuerde que no está sola.

No me gusta verla de este modo, pero es importante que suelte todo lo que la reprime. Parece cargar con el peso de un dolor que no le corresponde, y me siento en la obligación de sostenerla.

—Lo siento, yo solo... —Me duele ver la manera en que sus palabras se ahogan, conozco el sentimiento y verdaderamente estoy deseando saber el origen de todo su dolor.

—No tienes por qué disculparte.

Se acomoda sobre mi cuerpo, quedando de costado, con las piernas estiradas en una misma dirección. Miro por la enorme ventana de su habitación notando el cielo estrellado que da espacio a la noche. El calor de su cuerpo aprisiona el mío, haciendo que una breve y rara sensación se instale en mi pecho. Cuando fui a buscarla en el club, imaginé que sería diferente, tal vez me rechazaría o quedaríamos en lo mismo, pero nunca imaginé encontrarme en este momento, con ella en mis brazos mientras se descarga de esta manera.

—Extraño a mis padres... —Murmura luego de un largo rato. —Mucho.

—Seguro también te echan de menos. —Su gesto vuelve a retomar esa mirada triste y dolida, haciendo que me arrepienta de mis palabras.

—No, ellos... —Hace un puchero antes de cerrar sus ojos, logrando que dos lágrimas gruesas resbalen por sus preciosas mejillas. —No volveré a verlos.

Su voz sale llena de dolor.

Llevo una de mis manos a su rostro para acomodar el cabello detrás de su oreja y mirar esos ojos dorados; que en estos momento se encuentran cristalizados. Me lastima ver lo mucho que finge estar bien, cuando por dentro está sufriendo, y lo que más duele es no tener idea de que hacer para ayudarla. Paso el pulgar de mi otra mano por su piel para apartar las lágrimas y escuchar todo lo que quiere decirme.

—Papá era dueño de una panadería, el pequeño negocio se encontraba situado en la planta de abajo. Vivíamos en un apartamento ubicado en el centro de Westminster, hace como tres años... —Se toma un momento para no sollozar y poder seguir contándome. —Un día, mamá quiso hacer una cena, para celebrar que la universidad de Westminster me había aceptado, —Inhala profundo antes de mirar mi rostro y evitar llorar. —Yo estaba enojada, no quería estudiar allí, deseaba tener una vida lejos, en New York, ser independiente... Me comporté horrible con ellos.

—Nena...

—Fue mi culpa, Matthew. —Se aferra con fuerza a mi pecho. —Debí llegar antes, tenía que salvarlos, ellos querían lo mejor para mí y, fui egoísta. —Hunde su rostro en mi cuello. —Tal vez nada hubiese pasado si llegaba a tiempo.

—No es tu culpa, cariño.

—¡Lo es! Debí advertirle a mi padre sobre la fuga de gas, tenía la oportunidad de volver... y salvarlos. —Su pecho sube y baja. —Pero llegué muy tarde, Matthew. Las llamas de fuego consumieron a las únicas personas que me amaban.

Siento un nudo en la garganta ante todas sus palabras, no tengo moral para decir que la entiendo, porque no estoy en la situación, pero supongo que debió ser horrible. Ni siquiera la pérdida de mi madre puede compararse con su dolor. Todos sufrimos de manera diferente, unos más que otros, por ello sería hipócrita decir que todo está bien. Para llegar a eso es necesario atravesar un gran proceso de sanación, y creo que ella no se ha recuperado del todo.

»Tenía que morir en sus lugares.

—No digas eso.

—Es la verdad, no merezco estar acá. —Puedo sentir los fuertes latidos de su corazón, y, estoy odiando no poder darle la tranquilidad que se merece.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora