27.

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El apartamento de Matthew se sumerge en una atmósfera tranquila. La luz cálida y dorada traspasa las ventanas, pintando las paredes con tonos suaves y acogedores. El aroma a café recién hecho inunda el espacio, y los murmullos de la ciudad se desvanecen en la distancia.

Tomo asiento en la silla junto a la mesa de la cocina, mis cuadernos de medicina se encuentran esparcidos frente a mí. Harrison, con su cabello castaño y ojos azules intensos, está sentado al otro lado, hojeando mis apuntes con una expresión entre divertida y resignada.

Se ve impecable en su suéter ajustado y pantalón de tela holgado. El suéter resalta sus hombros y brazos, y el pantalón le da un aire relajado pero elegante. Su cabello oscuro está peinado con un toque desenfadado, y sus ojos intensos parecen estar siempre observando, analizando.

—Entonces... ¿Necesitas de mi ayuda? —mi corazón late con fuerza, y no puedo evitar sonreír ante su pregunta.

—¡Por supuesto! —señalo lo obvio— Tú eres un ginecólogo experimentado, y yo... bueno, estoy tratando de entender la anatomía.

—Uh, será todo un placer ayudar... —me mira fijamente, sin dejar atrás ese tono coqueto—, con las clases de anatomía, por supuesto.

—Vale, pero primero la teoría.

Matthew sonríe, y su mirada se posa en mis manos mientras tomo un sorbo de café. Sus dedos acarician el borde de otra taza idéntica a la mía, y siento como si estuviéramos compartiendo un secreto. La intimidad de este momento me hace olvidar momentáneamente los libros y las lecciones.

—De acuerdo, ricitos —dice inclinándose hacia mí—, pero me debes un beso.

Río, y el sonido llena la pequeña cocina. Matthew se inclina aún más cerca, y puedo sentir el calor que emana su cuerpo. Los ojos azules me atrapan, y por un momento, olvido por completo los apuntes. En lugar de eso, me concentro en la forma en que sus labios se curvan, y en la textura de su barba contra mis dedos; porque no tardo mucho en sujetar sus mejillas y acercar su boca a la mía.

Él saborea mis labios, dejando un beso suave que altera mi pulso, por ello, cuando nos alejamos quedamos mirándonos a poca distancia; Sonrío contra sus labios cuando deposita la última presión.

—¿De qué tema es la actividad?

Me inclino para apoyar mis codos en la mesa, y así explicarle la tarea pendiente.

—Un análisis crítico sobre las enfermedades endémicas y epidémicas. —Matthew asiente, y su expresión se vuelve más seria.

—Bien. Lo primero que debes tener en cuenta es que esas enfermedades afectan a comunidades enteras... —comienza a explicarme todo con detalle y precisión.

Estoy agradecida con su ayuda. Matthew es un experto en medicina, y su conocimiento me tranquiliza.

Me sumerjo en la redacción del informe mientras las palabras fluyen. Mis dedos se mueven sobre el teclado de su laptop, y  Harrison es paciente a la hora de ofrecerme indicaciones precisas, señalando detalles importantes y compartiendo su experiencia. Cada palabra de él es un faro en el vasto mar de conocimiento médico. Además, que su cercanía y la calidez de la luz dorada en el ambiente hacen que este trabajo sea menos arduo.

Justo cuando estoy a punto de terminar con los síntomas de la fiebre amarilla, mi celular vibra. Una notificación parpadea en la pantalla, y cuando lo tomo, me doy cuenta que son unos mensajes de mi mejor amiga, Alice.

Al abrirlo, encuentro muchas fotos adorables de Sparky. Luce encantador, posando para la cámara y me hace sonreír de forma inmediata. Le respondo con emoticones y ella no tarda en informar todo lo que han hecho.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora