19.

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He pasado los días en casa.

Literalmente no hago otra cosa que no sea ordenar un poco, y no es que haya dejado un desorden, sino que mi ausencia se hace notar debido a la cantidad de polvo. Incluso tuve un pequeño ataque de alergia que logré controlar a tiempo.

Termino de pasar el trapo por el último mueble y me dirijo al baño. Me quito las prendas y las echo al cesto de la ropa sucia. Abro la llave de la ducha y espero a que el agua se caliente. Mientras tanto, me miro al espejo y suspiro, no sé por qué me resulta difícil dormir por las noches, pero desde que regresé del viaje no dejo de sobre pensar todas las cosas que me han dicho mi hermano y mejor amiga. Vuelvo la vista al espejo y me doy cuenta de que estoy más pálida, un poco delgada y se nota el semblante decaído.

Bueno, tal vez estoy exagerando y solo se debe al pequeño malestar de salud que tuve.

Matthew me escribe de vez en cuando para preguntar como estoy, incluso me llamó una vez. Claro, tampoco ha sido muy insistente, pero igualmente me siento abrumada. Es difícil sacarlo de mi mente cuando se la vive repitiendo lo mucho que quiere verme... y siendo sincera no sé que hacer al respecto.

Creí haber dejado en claro nuestro cierre, pero él parece no comprenderlo. Por ello, lo último que le dije fue que se olvidara de mí. Desde entonces no me ha molestado más.

De modo que, me he dedicado a ordenar mi casa, como si así pudiera ordenar mi vida, pero no ha funcionado del todo, porque aunque el departamento luzca impecable, sigo sintiéndome vacía, rota... y sola.

Me meto bajo el agua y dejo que el jabón y el champú limpien mi cuerpo. Ojalá fuera tan fácil limpiar mis problemas. Cierro los ojos y respiro profundo, tal vez Alice tiene razón y solo me estoy ahogando en un vaso de agua.

¿Por qué rayos pienso que sería un fracaso?

Es como si una parte de mí tuviese miedo de iniciar algo nuevo. Me ha costado mucho recuperarme luego de la pérdida de mis padres y por ello no quiero arriesgar la poca estabilidad mental que tengo.

Decidí llamar a mi psicóloga ayer. Jennie informó que podía atenderme hoy por la tarde, así que acepté. Necesito verla, hablar con ella y poder expresar todo lo que siento con respecto a la situación. Quizás pueda ayudarme a salir de este agujero negro en el que me he metido. Puede que hablar con alguien profesional haga que me sienta menos culpable por haber tomado esas decisiones.

Termino de ducharme y salgo del baño. Sujeto una toalla para envolverme mientras camino a la habitación y empiezo a buscar algo que ponerme. Pienso pasar el rato en el consultorio de Jennie y tal vez luego pase por casa de Alice.

Debo aprovechar que aún no comienzan las clases y aún tengo tiempo libre para realizar ciertas actividades sin tener la presión universitaria encima.

***

Finalmente llego a casa de Jennie. Es una bonita residencia con un jardín bien cuidado. Toco el timbre y espero unos segundos, la puerta se abre y me recibe la mujer sonriente, de unos cuarenta años, con el pelo castaño recogido en una coleta. Lleva una blusa blanca, una falda negra y unos zapatos de tacón. Al verme, saluda con amabilidad.

—Es un gusto volver a verte, Jul, bienvenida. —Es lo primero que dice antes de invitarme a pasar.

—Gracias Jennie, también lo es para mí, ¿Cómo has estado?

Me regala una sonrisa sincera mientras indica el camino hacia el salón, lo cual resulta un poco divertido porque lo conozco bien.

—Excelente, gracias por preguntar —Se acomoda alrededor del escritorio antes de invitarme a tomar asiento—. ¿Te gustó el viaje? ¿Qué tal estuvo el trabajo?

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora