Prólogo

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Corría desesperadamente hacia ese sitio, ese sitio que se convertiría en el testigo del derroche de muchísimas lágrimas. No podía creerlo aún, aunque me haya dado la noticia una fuente confiable.

Mis pies a medida que me iba acercando más flojos se volvían. Las gotas de agua caían del cielo con más fuerza y mayor cantidad. El día de hoy sin dudas será el más horrible que haya pasado nunca.

Los gritos de Jane me provocaban más tristeza de la que tenía. Jorge agarraba a su mujer con ímpetu, pero las lágrimas no cesaban de caer por su rostro.

Me acerco más y más hasta que veo esa horrible bolsa negra en el suelo cubriendo un cuerpo. Los forenses cerraban el zipper sin prisas pero sin pausa.

Es real.

Ha sucedido.

El cuerpo de mi mejor amiga yacía sobre el suelo, dentro de esa horrible bolsa.

—Esperen —alcanzo a gritar antes de que los forenses terminarán de cubrir su rostro.

Mi compañera, mi mejor amiga, mi apoyo, mi guía, mi hermana, mi diario. La persona en el mundo en quien más confiaba hoy estaba ahí tendida en el suelo, con el rostro pálido.

—Vamos J, levántate de aquí. Estás jugándome una broma demasiado pesada por no acompañarte a esa fiesta, prometo no volver a dejarte sola, pero ya, levántate —le decía con la voz rota y las lágrimas brotando a borbotones.

Quería a mi mejor amiga de vuelta. Ahora quien me iba a acompañar en esta dura vida, quien iba a darme consejos, quien me seguiría en mis ideas, por muy locas que fuesen.

—J, no te puedes ir, por favor, no me dejes sola —expresaba bajo el llanto.

—Cariño —dice mientras me abraza, Jane, la mamá de mi mejor amiga-. Ella no estará, la hemos perdido —rodea sus manos por mi cuerpo a modo de abrazo.

Ella lo debe estar pasando incluso peor pues al fin de cuentas es su madre. Una madre un poco ausente y dedicada completamente a sus negocios ante que a su familia, pero eso no quita que no la quisiera, o al menos es lo que pienso yo.

—No Jane, ella se levantará —declaro sollozando.

—No cariño, no lo hará. El dolor que siento hoy es más grande incluso que mi vida —manifiesta alejándose de mí-, pero debemos aceptar la cruel realidad que nos acecha.

Salgo corriendo de ese sitio. La realidad es asquerosa. No quiero enfrentarme a ella, no puedo. Es demasiado doloroso.

Corro cegada ante los objetos que me rodean. Me siento perdida, como si todo fuese blanco y no distinguiera nada de mi camino.

Capto un ruido cerca, pero estoy tan fuera de mí que no distingo que es. Continúo a mi paso hasta que algo fuerte impacta contra mi cuerpo. Di muchísimas vueltas y mi cuerpo se quedó en ello.

Abro los ojos con dificultad. Estudio con mi mirada el lugar donde estoy. Me dolía todo el cuerpo. El sonido de un aparato se volvía intenso en mis oídos. Estoy en un maldito hospital.

¿Cómo diablos llegué hasta aquí?.

¿Fue un sueño todo lo que sucedió antes? ¿Mi J está viva? ¿Ella vendrá pronto a verme?.

—Hija —habla mi madre mientras se acerca a mí a paso apresurado-. Gracias a Dios estás bien mi niña.

—Mamá, ¿qué me ha pasado? —interrogo.

—Has tenido un accidente -responde ella con tristeza.

—Mamá y J, ¿por qué no ha venido a verme?.

Caer en su juego [Serie Juegos. Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora