33. Emmaline

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Apoyo la cabeza en el hombro de Tomas. Sentados en la arena escuchando como se arrastran a la orilla las olas del mar. La conversaciones fluyen y no puedo decir que el momento ha sido pesado. Sin embargo, yo no quiero esto, no lo quiero a él. Sé que este es mi propio juego, que yo decidí joder al mundo como respuesta a las veces que me han jodido a mí, pero, el sentimiento que se clavó en mí por esos cuatro hombres me limitan.

Cierro los ojos e intento olvidarme por un momento de lo que representan los chicos. Me centro mentalmente en mi objetivo. Trazo líneas, palabras, actos. Busco mi capacidad de jugar y la pongo a prueba. Tal vez no tenga experiencia en el asunto, pero, la suerte de novato puede acompañarme.

—Tomás la vida es tan cruel. ¿Cómo puede ser que en cuestiones de segundo nos apague?.

—Es así nena. Tenemos las horas contadas. Por eso yo no me limito a nada. Mañana puede ser demasiado tarde.

—No te aburre. Tener que estar en constante sacrificio con mujeres mayores...

—Ya lo has dicho, es un sacrificio. El sacrificio de vivir mejor.

—¿Trabajo? —inquiere la rubia.

—Necesitaría mínimo un año, para lograr lo de meses.

—Sabes, ese motivo es el que siempre me ha alejado de ti. La dependencia a otras mujeres.

—Si supieras que solo he pensado en ti. Cada jodido día en el que te veía solo pensaba en reunir el dinero suficiente para cuando decidieras aceptarme tratarte como la reina que eres.

—No Tomas. Lo has hecho por ti mismo. Por una vida mejor para ti.

—Y para ti nena. Si me aceptas, todo lo mío es tuyo.

—No tengo cabeza para afrontar una relación ahora. Quiero empezar por intentar estudiar y trabajar en el negocio de mis padres, convertirlo en algo más grande, así deje mi vida en ello.

—Te daré el tiempo que requieras nena, simplemente no me pidas que me aleje. Te ayudaré con el negocio de tus padres...

—No quiero dinero Tomas. Te dije algo sobre el lamento...

—Podrías ponerme como socio del negocio y así no sientes que te estoy regalando el dinero...

—No sé Tomas...

—Solo piénsalo.

Tomas podría perfectamente estar jugando su propio juego. En este punto, cualquiera puede sorprender. Pero bueno... aquí estamos en pleno partido. No hay vuelta atrás.

El teléfono de Tomas comienza a sonar. Miro la pantalla cuando saca su teléfono del bolsillo. El nombre de Margareth se les claramente.

—Tranquilo —le coloco mi mano sobre la suya cuando pretendía colgar—. Mañana podremos vernos nuevamente. Ve a atender a tu asilo. Yo no podré pagarte carros y vida de lujo.

—Prefiero quedarme aquí, contigo. He esperado mucho por este momento.

—Entiendo. Pero no puedo limitarte a mí. Mi mundo se ha derrumbado jodidamente. No puedo entregarte lo que ellas sí.

—Margareth tiene varias tiendas. Me encargaré de adquirir todo lo que haga falta para aumentar la rentabilidad de ese negocio.

—No me hace gracia eso Tomas. Estás jugando sucio con alguien, que probablemente solo tiene intensiones de hacerte feliz.

«Eres una hipócrita Emmaline». «Has aplicado esas palabras a ti» —me regaña mi subconsciente.

—En la vida, Emmaline, siempre vamos a perjudicar a alguien con nuestras acciones. Margareth me utiliza para su disfrute, para obtener lo que su millonario marido de setenta y tantos años no puede darle. ¿Por qué yo no podría utilizarla en mi beneficio?. ¿Es que el rico puede jugar sucio pero el pobre debe ser leal?.

Caer en su juego [Serie Juegos. Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora