Epílogo

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Caminaba por la orilla de la playa, completamente sola. Este sería mi fin, realmente lo merezco. He engañado a todos, he jugado con todos. Mis motivos son de peso, pero aún así no era nadie para decir cuando una vida humana llegaría a su fin.

Igualmente, no me arrepiento ni una mierda.

Que la culpable buscara a otros culpables solo fue una estrategia.

Jamás pensé que yo podría con tanto, que tendría el valor de hacer todo lo que he hecho, pero sí, lo hice.

No sé, que será de Niall. No sé si este lugar es del todo seguro. ¿Podría confiar aún en él?, Era una pregunta que repetía mi mente y mi corazón afirmaba eufórico.

Tampoco puedo evitar pensar en mis malditos J. Los arrogantes críos que moví a mi disposición.

¿Quién iba a decir que siguiendo ellos mi ritmo terminarían cayendo en mi juego?

Niall me fascina, es el único hombre que verdaderamente me complementa, en todos los maldito sentidos. En cambio, también me siento atraída por los Élite J.

Extraño demasiado a mis hombres, pero no vendrán detrás de una asesina, de una manipuladora, de una chica que llevó un puto juego. Aunque así lo hayan dicho, sé que no lo harán.

Llego a la casa, situada frente a la playa. Una pequeña casita a la que Niall me envió. Esperaré solo dos días, si en dos días no ha llegado seguiré mi vida por algún lugar del mundo, un lugar aún alejado de mi ciudad natal.

Me acuesto en el cómodo sofá de la sala e intento descansar. Últimamente no lo hago, los recuerdos de mi vida pasada asoman a mi cabeza una y otra vez.

La puerta principal se abre abruptamente, haciendo que brinque sobre el sofá. Apenas había cerrado los ojos.

Un policía, que indentifico bien por su traje entra seguido de otros tres.
Sabía que este imbécil me traicionaría. Yo jugué un maldito juego, pero él también tuvo doble papel.

Me apuntan los cuatros con armas y yo solo me quedo estática en mi sitio. El corazón me late a mil. Pagaré todas mi mentiras, juegos y asesinatos ahora.

Mierda.

Pensé que jugué bien este juego. Que las piezas las movía sabiamente, pero cuan equivocada estaba. Otro jugador me estaba llevando ventajas.

—Arrodíllate —ordena con voz ronca. Reconozco esa voz a leguas.

Niall.

No puedo mostrar debilidad ahora cuando fui tan valiente antes, aún así, no tengo otra opción.

Sonrío mientras me arrodillo al suelo. Es mi forma de demostrarle que no me intimida.

—Es tu momento de ganarte tu merecido por todo el recorrido que has dado los últimos meses —expresa acercándose a mí.

—Pues no importa el final, ya he disfrutado tanto como he podido —contesto.

Suelta su pistola en un sitio y va directo a colocarme unas esposas. Aunque está vez es diferente mi mente me lleva a: sexo... sexo duro.  Siento como mi sexo se moja ante los recuerdos.

Mierda.

¿Cómo puedo pensar en eso cuando estoy a nada de ir a prisión?

Definitivamente no estoy bien de la cabeza.

Separa mis rodillas y me deja en esa posición. Mete su mano a uno de sus bolsillos y saca una navaja. Lo menos que pensé que haría. Toma esta y rompe descaradamente el vestido junto con la ropa interior, dejándome completamente expuesta no solo para él sino para sus compañeros.

Caer en su juego [Serie Juegos. Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora