36. Narrador

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La rubia seguía su estrategia con Tomás. El tío estaba malditamente loco con ella en su casa. Emmaline le pintaba una historia sobre el negocio que podrían hacer juntos, que le permitiera sustentarse a ambos: hacer crecer la panadería de sus padres.

Thomas estaba convencido de la propuesta, así que le pide a Emmaline buscar los abogados para comenzar con los preparativos para el negocio, él mientras, adquiría toda la mueblería necesaria. Después de jugar con Margareth y obtener lo que le hacía falta, soltaría la vida que llevaba y se enfocaba en lo que Emmaline y él estaban dispuestos a contruir.

La rubia, con ayuda de Niall consiguen unos abogados, que no conocen ni en su casa. Todo era una estrategia de la rubia para quedarse con todo lo que tenía Tomás. Ella misma lo había dicho, sería la peor versión de ella misma.

La reunión con el abogado se realizaba a plena tarde. Emmaline mantenía una seguridad y serenidad envidiable. Tomás, a su lado, le proporcionaba besos de vez en cuando.

El abogado explica detalladamente las acciones a realizar. Otro actor de primera categoría, no evidencia para nada, que no sabe un diablo de leyes.
Tras firmar un falso acuerdo, dónde revela que parte de esa panadería es de Tomás, el abogado da por concluida la reunión, asegurando seguir con los trámites pertinentes.

—¿A dónde iremos cariño? —pregunta con dulzura la rubia al notar que no se dirigía a la casa.

—A cenar y luego a la playa, ¿te parece bien? —inquiere este mientras pasa la palma de su mano por el rostro de ella.

—Genial. No es un lugar de etiqueta, ¿verdad?.

—Nena, si lo dices por tu atuendo, eres perfecta. No debes preocuparte por esas cosas —deja claro él.

—Nunca me preocupo por esas cosas, sin embargo, hay ciertos lugares que tienen un riguroso control con el vestuario y no quisiera malos ratos.

—No habrá problemas con eso, nena. Te lo aseguro. Mañana quiero que compres todo lo que necesites. Deja en tu antigua casa todo lo que haya.

—No es necesario gastar dinero en esas cosas...

—No está en discusión, Emmaline —cierra el tema él.

Llegan al restaurante y Tomás agarra su mano mientras caminan a una mesa, que él ya había reservado.

—¿Qué deseas preciosa? —pregunta él mientras se acerca el mesero.

—Elige tú, cariño. Confío en tu exquisito gusto —pide ella con una sonrisa.

Su actuación estaba hipnotizando a Tomás. El tío verdaderamente se creía las palabras de ella, su dulzura, su trato.

Thomás pide lo que creía que a ella podía gustarle, con vino agregado.
El ambiente era bastante románticos. Varias velas se ubicaban al centro de la mesa junto con algunos pétalos de rosas.

—Tal vez esperabas que la historia fuese distinta. Caminar de la mano durante horas y conocernos. Pedir tu mano e invitarte a salir. Ser novios y cuando el tiempo pasase convertirnos en más. Pero ahora, nada de eso es posible nena. Por eso, por cómo cambia la vida en cuestiones de segundos, quiero pedirte que te cases conmigo —las palabras caen como agua fría sobre Emmaline.

Tomas se levanta de su silla e hinca su rodilla en el suelo. La rubia no puede casarse, eso la ataría a él, pero... pensándolo bien, su fortuna sería de ella. Ya buscaría la forma luego de dejarlo.

La rubia había alcanzado tanto nivel de drama que dos lágrimas cayeron por su mejilla.

—¿Me lo pides en serio, cariño? —pregunta ella, tras un suspiro.

Caer en su juego [Serie Juegos. Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora