futuro

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Junio 20, 2030, 9:15 AM    (ALA VERGA!)

NARRA ABRIL

Estaba en medio de una clase, explicando a mis alumnos sobre las diferentes clases de Arte.

Ser maestra de preparatoria a la edad de 24 años, no era fácil. Diariamente recibía piropos de padres de familia y hasta de alumnos, parecía que no miraban el gran diamante que estaba en mi dedo.

Seguí explicando hasta que se escuchó como tocaron la puerta del salón.

—adelante—deje los plumones en mi escritorio y me senté.

Mire cómo la puerta se abrió dejando a la vista a rivers que al verme me sonrio y me saludo con su mano.

—¡Abi Abababi!—estiro sus brazos enseñándome el ramo de rosas y una caja mediana.

—¡¿qué haces aquí?!

—pos...—rio.

—deberias estar en los Ángeles...con Osvaldo—pense un momento—¡abandonaste a Osvaldo!

—¡No!—volteo a ver a mis estudiantes—¿Por qué no los reconozco?

—tengo más de una clase—me levanté—mejor dime qué haces aquí ¿Cómo entraste?

—antes que nada...—se giró hacia mis alumnos—holi—los saludo con su mano—soy rivers y soy la sirvienta de su profesora—sonrio feliz.

—chicos—los llamé—ella es Samantha mi esposa...—mire como algunos se sorprendieron—que no debería estar aquí, así que ya vete.

—¡Nono! ¡perame! ¡Te traje algo!—se agarró del muro con su única mano libre así que la solté—maestra...¿Me dejaría pasar?—pregunto con una sonrisa.

Me volvi a mi escritorio y le indique que podía entrar.

—20 minutos libres—les dije a mis alumnos cuando rivers se puso al frente de mi escritorio—primero que nada...estás en Monterrey y no en los Ángeles—me sonrió.

—mira, te había dicho que ocupaba ir por algo de la empresa...pero en realidad fue por que te quería comprar algo—me sonrió—primero que nada sus rositas maestra—me dio un ramo de flores de un tamaño algo grande pero era normal en Samantha—y después esta cajita—me la dio feliz—abrela.

Mire cómo mis alumnos tenían la mirada fija en mi esposa, efectivamente la estaban reconociendo, ¿Quien no reconocería a la dueña de una de las mejores empresas de Monterrey y de México? Conmigo tardaron 2 horas en darse cuenta que yo era dueña del 50% de las empresas familiares y prácticamente yo era responsable de una empresa y 4 grupos de preparatoria.

—batalle mucho en encontrarlo—empece a abrir la caja y mire algunos papelitos enrollados—abre uno—dijo feliz asi que lo abrí.

“razon 95 por la que te amo: te preocupas por todos y siempre intentas hacer lo correcto ❤️”

Abri otro

“razon 104 por la que te amo: eres simplemente perfecta, cada parte de ti es hermosa”

La voltee a ver—¿Cuántas son?—le pregunté feliz.

—en total...son 387 razones por las que te amo—se sentó en la silla de al frente a mi escritorio—hay muchas más razones pero ya no tenía hojas—me sonrió—sigue buscando, te va a encantar.

Baje un poco mi mano y encontró algo duro y blando a la vez.

—¿No es nada inapropiado, verdad?—mire como rio.

—¡Nono! es algo que a mi gusto es aburrido pero como a ti te gusta a mí también.

Lo tome y lo saqué y mire un libro en perfectas condiciones.

—¡¿cómo lo conseguiste?!—le pregunté feliz mirando las hojas.

—cuando tu libro se cayó la otra vez—sonrio—por que se cayó la repisa por estar haciendo...ajá...mire tu carita de puchero y me dio tristeza y busque por todos lados a alguien que lo tuviera, y encontré a alguien de los Ángeles que es coleccionista de libros, le tuve que dar $5,000—dijo relajada—y te dije que iba a checar algo de los inversionistas pero en realidad fui a recogerlo y Osvaldo me acompaño.

—lo que es tener dinero—dijo uno de mis alumnos fingiendo drama—eso es lo que cuesta mi casa y el carro de mi papá juntos—dijo riendo.

—gracias—le sonreí.

—pero hay algo más...y no creo que te vaya a gustar—dijo levantándose.

—¿Qué hiciste?

—mi vuelo se retrasó y pues Valdo y yo decidimos ir a beber y una cosa termino en otra y...termine con un gringo dándome puñetazos en la cara.

—rivers—dije sería.

—luego me regañas ahora necesito de tu apoyo...por que paso algo, solo un poco, poquito mas grave.

—¿Que pasó?

—te lo enseñaria, pero no creo que sea adecuado—sonrio.

—¿Tiene algo que ver con tu ajam?—mire como negó riendo—¿En donde es?—mire como señaló su abdomen—dale, enséñame.

—pero no te vayas a enojar—me dijo seria tomando el borde su camiseta, yo negué—ta bien pues—se levantó un poco su camisa dejándome ver su abdomen marcado el cual tenía una gran venda atravesada.

—Samantha...—se bajo rápido la camiseta.

—me dijiste que no me ibas a regañar.

—¿Qué te pasó?

—me rajaron—se pasó hacia atrás de mi asiento recostándose en un sillón largo que tenía ahí—casi me muero—empezo a dramatizar al escena—y ahora necesito de tu amor para curarme—cerro sus ojos y alzó sus labios.

—que mal...estoy enojada—me volví a acomodar y escuché como se levantó—ocupo que hablemos más tarde—mire su cara de preocupación.

—¡¿Ya te quieres divorciar de mi?!—rei.

—solo necesito que hablemos después, por que no puedes estar aquí—le di su vape el cual estaba en mi escritorio.

—¿Pasó algo en la oficina mientras yo no estaba?—tomo su vape y se recargo en la pared

—no...no es nada de eso, en la noche hablamos ¿Si?

asintio y se agachó para dejar un beso en mi frente y uno en mi mejilla casi en mis labios—¿Pero de qué vamos a hablar?—ya estaba en la puerta.

—sobre familia—la mire.

—¿Osvaldo, Ama? O más tipo, mi mamá tú papá y asi.

—nuestra familia, idiota, entre nosotras dos.

—pero nosotras somos una pareja—dijo confundida.

—pues ahora somos una familia—voltee a ver a mis alumnos los cuales ya entendían la situación—alrato hablamos.

Asintio y salió del salón.

—¡Profe!—dijeron varias alumnos.

Rivers volvió a entrar.

—¡Creo que ya entendí!

El precio del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora