Capítulo 37

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Poché

Hicimos todo el proceso para ingresarme a prisión, pero cuando me entregaron el uniforme supe que ya todo estaba perdido, estoy segura no serán solo estás tres semanas.

Ingresé y las demás reclusas empezaron hacer bulla por mi presencia, carne fresca cómo dirían algunos.

-Entra- la oficial me empujó a una celda.

-Hola amorcito, bienvenida- dos reclusas llegaron a mi -¿Es verdad lo que dicen? ¿Tienes un amigo ahí entre las piernas?-

-Por supuesto que es verdad- dijo otra -Si se le mira perfectamente- rieron.

-Sabes, podrías hacernos el favor a todas aquí y te pagaríamos muy bien-

-Nada de pagar, su pago sería no tocarla- pasó su mano por mi cara -Es hermosa y con su amigo mucho más, ya hasta se me mojaron las bragas ¿Tienes idea de cuanto tiempo no he tenido un buen sexo?-

-Pues te quedarás con las ganas, no soy ninguna prostituta- pensé en acostarme pero me lo impidieron.

-Haber mamasita, mas te vale que no nos desafíes porque te aseguro que niñas como tú no aguantan nada, eres una fresita de papi y mami, aquí no nos importa si tienen dinero o no, estamos en la misma situación así que ve bajándole a tu tonito y acepta nuestro trato-

-No lo voy aceptar- ellas sonrieron.

-Bien, entonces bienvenida seas a este mundo- sentí el primer golpe en la cara, otras tres llegaron y me sujetaron mientras la cuarta persona no se detenía.

Era la paliza de mi vida la que me estaban dando. Escuché ruido y sentí como las apartaban de mi, eran otras presas.

-¿No les da vergüenza seguir haciendo esto?- escuchaba que discutían.

-Ay que recibirlas como se debe, piensan que por ser niñas ricas van a venir hacer lo que quieran aquí, además este no es tu lugar vete-

-Se que no es lo mío, solo vine por ella-

-¿La conoces o qué?-

-Para nada, pero sabía lo que harías y déjame decirte que de ahora en adelante no la tocas, es parte de nosotras-

-Ya, ya, te la quieres coger cierto, solo por eso lo voy a dejar así, llévatela entonces ahí esta y limpia su estúpida sangre que me manchó el piso-

-Jódete- sentí que me tomaron de los brazos y de la cintura, no quería ir pero en estos momentos no tenía fuerzas para resistirme.

-Siéntala ahí- ordenaron y me sentaron en una cama -Voy hablar con la oficial para decirles que de ahora en adelante dormirás en esta área- se levantó y salió.

Me recosté y a los pocos minutos ella regresó, llevó todo lo necesario para curarme las heridas.

-Siéntate tengo que curar eso- hice lo que pidió y empezó a curarme, me dolía y ardía mucho.

-¿Por qué me ayudas?- pregunté al hacer contacto con ella. Era una mujer de aproximadamente unos cuarenta años.

-Porque te conozco, sé que eres una Garzón-

-Si quieres dinero a cambio estas perdiendo el tiempo. No tengo nada- ella sonrió.

-¿No me recuerdas?- me confundió eso de su parte ¿Conocerla? ¿Acaso debería?

-¿Debería recordarte?- no dijo mas y solo siguió haciendo su trabajo hasta que terminó, la pude observar mejor, era guapa, me sonrió y la analicé mejor -¿Me acosté contigo y por eso me conoces?- ella se rió fuerte.

Calle MelodyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora