✨️CAPITULO 28

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CAPÍTULO 28.

Aurora:

El cielo parece que se cae afuera mientras doy vueltas en la cama. Bufo molesto cuando el sueño no llega, me quito las sabanas de encima de mala gana y me pongo de pie para salir de la habitación con mis pies descalzos en dirección a la cocina.

Saco un una botella con agua del refrigerador, aún sin encender las luces y recuesto mi cadera en la encimera de la cocina mientras bebo directo de ella.

—No puedes dormir?

Salto en mi sitio, con la voz que me toma por sorpresa y giro el rostro hacia el umbral de la ventana, donde mi mamá se encuentra recostada con una taza de loza blanca entre sus manos, observando la lluvia que golpea con violencia el vidrio de la ventana.
Tomo una manzana Smith, del canasto sobre la encimera y me acerco hacia donde esta ella y me paro a su lado, observandola por el rabillo del ojo mientras lleva la taza a sus labios, sin apartar la vista de los rayos, que iluminan el cielo de vez en vez.

—Solo tenía sed. —Respondo.

Ella sonríe de lado, antes de beber un sorbo de su té y recuesto mi cabeza sobre su hombro volviendo la vista hacia donde ella ve. Ninguna dice nada por un momento hasta que es ella quien rompe el silencio.

—Sabes cariño... antes temía a las tormentas. Pero ahora... incluso me gustan. —Dice y me mantengo en silencio observando hacia afuera.

—Cuando vives en medio de la tormenta supongo que te acostumbras, ¿no? —hablo al fin tras soltar un suspiro con la mirada perdida en las gotas de lluvia. Ella suspira y se gira obligándome a levantar la cabeza de su hombro, mete un mechón de mi cabello tras mi oreja y acaricia con ternura la parte derecha de mi cabeza y mi rostro.

—Lo siento hija. —Se disculpa y frunzo el ceño, pero sigue hablando.

—Se que odias este mundo en el que vivimos, y lamento no poder hacer nada al respecto, pero... nadie escapa de su destino, lo sé mejor que nadie. Yo también intente negarme a lo que soy, y no tienes ni idea del sufrimiento que me hubiese ahorrado si no me hubiese resistido tanto, aunque... no habría conocido a tu padre. —Habla y una sonrisa se dibuja en sus labios. —Así que supongo que el sufrimiento valió la pena.—Finaliza.

Suspiro y aparto la vista de ella hacia la ventana otra vez analizando sus palabras. Nunca me agrado la idea de pertenecer a la mafia, me hubiese gustado ser una chica normal, con amigos normales. Sin tener que mirar por encima del hombro a cada nada o tener que preocuparme por quien podría herirme o traicionaron, ser capaz de conocer personas sin temer involucrarlos en problemas...

—No reniego de mi origen, madre. —Respondo al fin. —ni los culpo por la vida que llevamos, solo... me gustaría que no tuviese que ser todo tan complicado.—digo y suelto una exhalación cargada antes de voltear sobre mis talones, dispuesta a marcharme cuando ella vuelve a hablar, haciendo que me detenga en el umbral de la puerta.

—Se que tu padre me oculta cosas. —Dice y me paralizó, pero no respondo ni me volteo.

—También sé que lo hace porque piensa que me protege, porque siempre ha sentido la necesidad de hacerlo y por eso confío tanto en él pese a todo.—suspira y continúa. —Tú te eres tan parecida a él... siempre lo has sido. Y por eso te voy a decir algo que siempre le digo a él... No puedes proteger a todos. No siempre puedes cargar todo sobre tus hombros por tu cuenta. 

—Buenas noches madre. —Me limito a responder mientras retomo el camino a mi habitación, con las palabras de mi madre repitiéndose en mi mente.
Entro en la habitación y coloco la botella de agua sobre la mesita de noche, observo la hora y son casi las dos de la madrugada, estoy a punto de volver a la cama cuando el celular sobre la mesa suena y lo tomo para leer el mensaje.

Aurora heredera de la mafia. © Libro 2. ( TERMINADO / +21) "Almas Corrompidas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora