Laia
El avión atraviesa los cielos de Rusia, y yo me encuentro atrapada en un mar de pensamientos oscuros. La tensión entre Benjamín y yo sigue en aumento, y el silencio incómodo llena la cabina de primera clase. Miro por la ventana, tratando de alejar los recuerdos de la discusión de anoche.
De repente, todo cambia. El avión comienza a sacudirse violentamente, y un grito de sorpresa escapa de mis labios. Mis manos se aferran con fuerza a los apoyabrazos de mi asiento, y mi corazón late con una intensidad aterradora. La turbulencia nos golpea sin previo aviso, y la cabina se llena de caos y pánico.
Benjamín, a mi lado, parece igual de sorprendido y asustado. Sus ojos reflejan la preocupación que siente, y su actitud indiferente ha desaparecido por completo. Aunque no cruzamos palabras, compartimos el mismo temor en este momento.
Las sacudidas continúan, y el pánico se apodera de los pasajeros. Las luces del techo parpadean, y los objetos se mueven en los compartimentos superiores. Escucho la voz del capitán a través del altavoz, anunciando la causa de la turbulencia y asegurando que están haciendo todo lo posible para controlar la situación. Aunque sus palabras debían ser reconfortantes, mi ansiedad sigue creciendo.
Finalmente, el avión comienza a estabilizarse, y la turbulencia disminuye. Aun así, el miedo sigue palpitando en mi pecho. Benjamín y yo intercambiamos una mirada breve, una mirada que transmite más de lo que nuestras palabras podrían haber expresado.
-¿Estás bien? -Benjamín rompe finalmente el silencio, y su voz suena más suave de lo que había sido en mucho tiempo.
Asiento, sintiéndome vulnerable y agradecida por su preocupación.
-Sí, estoy bien.
Benjamín parece haber estado asustado también durante la turbulencia, y su actitud indiferente se ha desvanecido por un instante. La experiencia nos había unido, al menos momentáneamente.
El resto del vuelo transcurrió en relativa calma, pero el evento sorpresa había dejado una marca en ambos.
El avión aterrizó en el aeropuerto de Rusia, y el alivio de estar en tierra firme después de la turbulencia era palpable. Benjamín, Leonard y yo recogimos nuestras pertenencias y nos unimos a la corriente de pasajeros que se dirigía hacia la salida. Mientras caminábamos, pude sentir la tensión en el aire, como una fina capa de hielo que amenazaba con quebrarse en cualquier momento.
Benjamín rompe el silencio primero. Se detiene a un lado y le habla en voz baja a Leonard, a quien había enviado para que organizara un vuelo de regreso para mí a Atlanta. Mis oídos captaron fragmentos de la conversación, y mi corazón se hundió.
-Asegúrate de que Laia tome el primer vuelo disponible de regreso a casa -le ordena Benjamín a Leonard-. No quiero que se quede aquí si no lo desea.
La última parte de su comentario me picó como una aguja. Mis emociones están en un torbellino, una mezcla de miedo, enojo y confusión.
Cuando Leonard se marcha para cumplir con la tarea que le habían encomendado, Benjamín se vuelve hacia mí, y puedo ver en sus ojos que hay algo diferente en él. El miedo que compartimos durante la turbulencia había sacado a la luz una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
-Laia, sé que estás asustada por lo que acaba de suceder en el avión - dice en voz baja.
Sus palabras me hacen fruncir el ceño. Estoy enojada, y no voy a permitir que Benjamín se haga el héroe después de su indiferencia anterior.
-No necesito que me protejas ni te preocupes por mí, Benjamín - aspecto, con un tono de voz más agudo de lo que pretendía-. De hecho, no necesito nada de ti.
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ÁMAME (Lazos de Placer #2)
Romance¿Qué sucede cuando un hombre que nunca ha querido casarse se ve obligado a contraer matrimonio con una mujer que apenas conoce? Benjamín Astor se ve empujado a casarse con su cita de una semana para complacer a su madre, después de que su hermana m...