Capítulo 12 - Un fantasma del pasado

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Laia

He tenido que dormir boca abajo porque me ha dolido el trasero toda la noche, con el solo roce de la tela esa zona me arde, si no hubiera gemido hubiera sido peor.

Issabel dijo que si Benjamín me hacía algo que no tiene como objetivo que lo disfrute debe parecer que, si lo hago para que se detenga, y así fue, en cuanto escuchó que gemí se detuvo, y ni siquiera se dé donde saqué el valor para decirle que conseguí lo que quiero porque pienso bien mis movimientos.

No estoy segura de si eso lo molestó, solo espero que no porque no aguantaría una nalgada más en este momento.

He tenido que ponerme un vestido suelto para evitar el ardor, pero con cada paso que doy para bajar las escaleras el dolor se hace más intenso y el hecho de andar en tacones no ayuda en nada.

-Buenos días - saludo a Benjamín en cuanto entro al comedor.

Él mira el reloj en su muñeca para confirmar que haya llegado a tiempo, sé que así es porque siempre confirmo la hora antes de entrar al comedor y hoy llegue con quince minutos de sobra.

-Buenos días - responde dándome un vistazo - ¿dormiste bien?

-Si - respondo y me hago aun lado de mi asiento habitual.

Solo pensar en sentarme hace que me duela el trasero, y el estar en el comedor con Benjamín me recuerda lo que sucedió anoche, él metiéndose en mi sostén y masajeando mis senos de esa forma tan ruda y a la vez sexy que solo él puede hacer, de su mano firme golpeando mi trasero hasta hacerlo arder.

Pensándolo bien lo de anoche no fue tan malo, creo que puedo soportarlo por un año.

-¿Vas a sentarte? - habla Benjamín volviéndome a la realidad.

-¿Puedo saltarme el desayuno? No tengo mucha hambre - espero que diga que sí.

-No - responde sin más - los desayunos no deberían saltarse.

Miro mi asiento y el trasero inicia a arderme. No hay forma de que me siente ahí.

Tomo mi tenedor con un trozo de mango y me lo llevo a la boca.

Mientras mastico miro a Benjamín que me ve con cara de confusión.

-Desayunar de pies es mejor para la digestión - le digo.

-Siéntate - ordena.

-Prefiero no hacerlo.

-¿Por qué?

Lo pienso por un momento, y después de debatirme si decírselo o no opto por hacerlo porque de cualquier forma lo sabrá.

-Me duele - respondo resignada.

-¿El que?

-El trasero por los azotes que me diste - bajo la mirada hasta mi plato.

Escucho como su silla chilla contra el piso y vuelvo la vista hasta él que ahora está ligeramente retirado de la mesa.

-Siéntate - vuelve a ordenar, pero esta vez me está ofreciendo sus piernas para que lo haga.

El corazón se me acelera con la sola idea de sentarme sobre él.

Ya las manos me tiemblan y no quiero estar temblando encima de él.

-Mejor me sentaré aquí - le digo retirando mi asiento de la mesa para sentarme.

-No volveré a repetirlo - dice con voz demandante.

¿Por qué no me senté en mi asiento en cuanto entré?

ÁMAME  (Lazos de Placer #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora