Capítulo 32 - Conversaciones y decisiones

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Laia

Estoy en medio del caos de mudarme a mi nuevo departamento. Las cajas llenas de recuerdos y pertenencias se amontonan a mi alrededor, mientras trato de encontrar un lugar adecuado para cada una de ellas. La idea de una nueva vida en este lugar me aterra, pero sé que es necesario para el bienestar de nuestro futuro, el de mi hijo y el mío.

Mi nuevo departamento es modesto en comparación con la lujosa casa que solía compartir con Benjamín, pero se convertirá en un refugio reconfortante para mí y mi futuro bebé. Cada rincón estará impregnado de amor, y aunque la vida nos ha llevado por un camino inesperado, estoy decidida a hacer lo mejor para nuestra pequeña familia.

La sala de estar es luminosa y espaciosa, con grandes ventanales que permiten que la luz del día inunde el espacio. Las paredes están pintadas en tonos suaves y relajantes, y una barra de desayuno conecta la sala de estar con la cocina. Puede que no sea tan amplio como nuestra antigua casa, pero es un lugar cómodo y acogedor que puedo llamar hogar.

La habitación principal es sencilla pero elegante, con suficiente espacio para una cama doble y un pequeño vestidor. He elegido cuidadosamente la decoración, añadiendo toques de color en cojines y cortinas para darle un ambiente cálido y acogedor. Cada detalle ha sido pensado con cariño, con la expectativa de que pronto este espacio estará lleno de risas y alegría cuando mi bebé llegue al mundo.

Aunque las circunstancias han cambiado drásticamente y el camino hacia el futuro es incierto, estoy determinada a convertir este lugar en un hogar para mi pequeña familia. Aquí, mi bebé y yo encontraremos comodidad, amor y seguridad mientras enfrentamos juntos los desafíos que la vida nos presente. Mi nuevo departamento puede ser más modesto, pero está lleno de esperanza y la promesa de un nuevo comienzo.

Ayer le pedí el divorcio a Benjamín, una decisión que pesa en mi corazón como el plomo. Cada palabra que pronuncié al respecto fue como un cuchillo cortando la conexión que teníamos. Pero no puedo decirle que estoy embarazada. Él no quiere hijos, lo sé. Y aunque lo amo con toda mi alma, primero debo pensar en el bienestar de nuestro bebé.

Hace una semana, me enteré de que estaba embarazada. Mi menstruación estaba retrasada, y una prueba confirmó mis temores. Me sorprendió lo rápido que la noticia cambió mi vida, llenándola de amor y preocupaciones. Mi hijo merece lo mejor, y con el dinero que gano con mi empresa, puedo ofrecerle una buena vida, incluso si eso significa estar sola.

La idea de mantener este secreto es desgarradora, pero estoy decidida a hacerlo por el bien de mi bebé. Aún no le he dicho a nadie sobre el embarazo. Ni siquiera a Emma e Issabel. Si ellas supieran, seguramente me reprendería por no decirle a Benjamín, pero la presión de ocultarlo es abrumadora. Por ahora, mi enfoque está en hacer de este departamento un hogar para mí y para mi pequeño.

La oportunidad se presentó cuando Benjamín salió temprano por la mañana. Aproveché el momento para comenzar a empacar lo que pude de mis pertenencias. A medida que doblaba la ropa y guardaba los recuerdos en bolsas, sentí una mezcla de tristeza y determinación.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas mientras me movía por la casa que compartí con Benjamín durante tanto tiempo. Cada rincón, cada objeto, está lleno de recuerdos de su amor, y cada paso que daba parecía un paso hacia lo desconocido.

Recordé la primera vez que entré en esa casa como mi hogar temporal. La emoción de crear un espacio juntos, las risas compartidas, las noches acogedoras frente a la chimenea. Ahora, todas esas memorias parecen lejanas, como si pertenecieran a una vida anterior. Aunque al inicio sabía que nuestro matrimonio tendría fin, luego supe que ese fin no llegaría, hasta ahora que sé que todo acabó.

ÁMAME  (Lazos de Placer #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora