ÁMAME (Lazos de Placer #2)

Capítulo 30 - Este puede ser el fin

Laia

El tiempo ha pasado volando desde aquel encuentro en el "cuarto rojo" y mucho ha cambiado en la vida de Benjamín y la mía. Nuestra relación evolucionó de una forma que nunca imaginé.

Benjamín, ese hombre que una vez parecía inquebrantable y controlador, se ha transformado en la persona que siempre soñé. Es cariñoso, atento y, sobre todo, amoroso. Aunque no lo dice abiertamente, sé que está profundamente enamorado de mí.

La vida nos ha sonreído en estos últimos meses. Mi negocio de productos saludables ha florecido, y todo gracias a una oportunidad que se presentó en la boda de Issabel y Daniell. Su boda, que fue como un cuento de hadas en aquel hermoso castillo, marcó el inicio de una nueva etapa. Mis productos formaron parte del exquisito bufet y eso atrajo la atención de muchas personas influyentes. Mi empresa ha crecido más allá de lo que hubiera imaginado.

Hoy en día, Issabel y Daniell están a punto de convertirse en padres. A sus cinco meses de embarazo, la emoción es palpable. El bebé que esperan es un niño, y la mansión que compró Daniell para formar una familia con Issabel siempre está llena de risas, amor y planes para el futuro.

Mis días transcurren en una especie de ensueño. Benjamín y yo compartimos momentos increíbles. Hemos tenido nuestras propias aventuras, explorando nuevos horizontes juntos. Y en cada uno de esos momentos, su cariño me llena de alegría y satisfacción.

A medida que el tiempo avanzaba, el contrato que originalmente nos unió había llegado a su fin, sin embargo, ni Benjamín ni yo habíamos mencionado siquiera la posibilidad de ponerle punto final a nuestra relación. A decir verdad, ambos compartíamos un secreto silencioso: ninguno de nosotros quería que nuestro matrimonio llegara a su fin.

Nuestra relación había evolucionado mucho más allá de un simple acuerdo contractual. Los lazos que habíamos construido, basados en la confianza, el cariño y la comprensión mutua, eran ahora una parte esencial de nuestras vidas. En un principio, ambos creímos que esta unión sería puramente por conveniencia, pero con el tiempo, se había convertido en algo mucho más profundo y significativo.

Las noches que compartíamos, los abrazos cálidos, los momentos de complicidad y risas, habían tejido un vínculo que era prácticamente imposible de romper. Cada día que pasaba, Benjamín y yo nos convertíamos más en un equipo unido, enfrentando juntos lo que la vida nos tenía preparado.

Y aunque no habíamos hablado de la posibilidad de continuar nuestra relación más allá del contrato, nuestras acciones hablaban por sí solas. Él seguía siendo cariñoso y atento, y yo sentía su amor en cada mirada y en cada gesto. Era como si ambos supiéramos que lo que compartíamos era algo especial, algo que no queríamos dejar ir.

Cada día que pasaba, nos dábamos cuenta de lo afortunados que éramos de haber encontrado esta conexión única. Nuestro amor florecía, más allá de las expectativas que cualquier contrato pudiera haber establecido. Ambos sabíamos que no podíamos imaginar nuestras vidas sin el otro.

Así que, en silencio, decidimos seguir adelante, sin necesidad de palabras ni acuerdos escritos. Nuestro amor no necesitaba de contratos, era una unión profunda que no se podía medir en términos legales. Estábamos dispuestos a enfrentar lo que viniera, juntos, con amor y confianza, sin necesidad de formalidades.

Nuestro matrimonio de conveniencia había dejado de serlo hace mucho tiempo. En su lugar, se había convertido en una historia de amor verdadero, con un futuro que parecía brillante y lleno de promesas.

Siento la mano de Benjamín posarse en mi espalda baja, lo que me hace volver a la realidad.

Observo la pequeña pero elegante reunión que se celebra en honor al cumpleaños del padre de Benjamín. La casa de los padres de Ben es impresionante, con su arquitectura clásica y su espléndido jardín que da la bienvenida a un selecto grupo de invitados de la alta sociedad.